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Los derechos sexuales y reproductivos de refugiadas y migrantes venezolanas

La situación es dramática especialmente para cientos de miles de niños, niñas, adolescentes y mujeres, que necesitan asistencia y ayuda específica

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Foto: AFP

Por distintos motivos, sociales y culturales, Colombia no ha sido nunca un país receptor de fuertes olas migratorias. Salvo algunos miles de libaneses y palestinos, que llegaron a Barranquilla a mediados del siglo XX, Colombia fue un lugar atractivo para la búsqueda de nuevas posibilidades.

Por eso, el enorme flujo poblacional de venezolanos que ha llegado a Colombia en los últimos años, resultó ser un desafío para un país que institucionalmente no estaba preparado para eso. Según cifras de Migración Colombia, ya hay en el país 1.488.373 refugiados y migrantes venezolanos. Es decir, que una de cada 31 personas que habita en el país, una es venezolana. El 92% de esta población se encuentra concentrada en doce departamentos.

La situación es dramática especialmente para cientos de miles de niños, niñas, adolescentes y mujeres, que necesitan asistencia y ayuda específica para poder sortear complicados problemas de falta de acceso a derechos, violencias basada en el género y de su salud sexual y reproductiva.

Del casi millón y medio de refugiados y migrantes venezolanos que se encuentran en el país, más o menos la mitad son mujeres. El ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos es un campo donde muchos opinan, hay muchos mitos y estigmatizaciones y poca claridad en la información. Y en el centro del debate, ellas. Mujeres que en ocasiones tienen vulnerados sus derechos y ni siquiera tienen acceso a información que las puede proteger.

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Dentro de toda esta situación hay una pregunta clave: ¿Cuál es el rol del periodismo? El papel de los medios es relevante y puede ser perjudicar mucho a la población migrante si no se informa con responsabilidad. El periodista que cubra este tema debe tener cierta formación, entender y aprender los conceptos, manejar cifras y fuentes y tener cuidado con el lenguaje que usa. Frases y términos mal usados pueden exacerbar la xenofobia y estigmatizar a la población migrante. La tarea es de todos, no solo del Gobierno.

 

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