se debe al consumo de pollos con hormonas femeninas.
“A los pollos no se le inyectan hormonas, se trata de un mito urbano”, aseguró el experto en aves y explicó que para realizar ese proceso se tendía primero que inyectar el músculo que se quiere desarrollar y luego se necesitaría ejercitar al animal, procesos que no se llevan a cabo.