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Se cumplen 30 años del asesinato de Héctor Abad Gómez

El médico y líder de derechos humanos de Antioquia fue víctima de un plan paramilitar.

44907_BLU Radio. Héctor Abad Gómez // Foto: youtube_ficcifestival
BLU Radio. Héctor Abad Gómez // Foto: youtube_ficcifestival

El diario El Espectadorrecuerda este viernes el asesinato de Héctor Abad Gómez, a manos del paramilitar Carlos Castaño Gil en 1987, el reconocido médico y presidente del Comité Permanente de Derechos Humanos de Antioquia, uno de los tantos silenciados por su forma de pensar y sus fuertes críticas en aquella época al Estado.
 
Su hijo, el reconocido periodista Héctor Abad Faciolince, retrató en su libro El olvido que seremos, el fatídico acontecimiento declarando que las valientes y claras denuncias de su padre producirían furia en El Ejercito y demás funcionarios del Gobierno. Entre muchas otras, recuerda una de las más fuertes:
 
“Yo acuso ante el señor presidente de la República y sus ministros de Guerra y de Justicia, y ante el señor procurador general de la Nación, a los ‘interrogadores’ del Batallón Bomboná de la ciudad de Medellín, de estar aplicando torturas físicas y psicológicas a los detenidos por la IV Brigada… Yo los acuso de colocarlos en medio de un cuarto, vendados y atados, de pie, por días y noches enteras, sometidos a vejámenes físicos y psicológicos de la más refinada crueldad, sin dejarlos siquiera sentarse en el suelo un momento, sin dejarlos dormir, golpeándolos con pies y manos en distintos lugares del cuerpo, insultándolos, dejándolos oír los gritos de los demás detenidos en los cuartos vecinos, destapándoles los ojos solamente para que vean cómo simulan violar a sus esposas, cómo introducen balas en un revólver y sacan a los detenidos a dar un paseo por los alrededores de la ciudad amenazándolos de muerte si no confiesan y delatan a sus presuntos ‘cómplices’; contándoles mentiras sobre pretendidas ‘confesiones’ en relación con el torturado, obligándolos a ponerse de rodillas y haciéndolos abrir las piernas hasta extremos límites físicos imposibles, para causarles intensísimos dolores, agravados por parárseles encima para seguir así el continuo, extenuante, intenso ‘interrogatorio’ (…)”.
 
Gómez, era un hombre que, “No predicaba una revolución violenta, pero sí un cambio radical en las prioridades del Estado, con la advertencia de que si no se les daba a todos los ciudadanos al menos la igualdad de oportunidades, además de condiciones mínimas de subsistencia digna, y cuanto antes, durante mucho más tiempo habríamos de sufrir violencia, delincuencia, surgimiento de bandas armadas y de furibundos grupos guerrilleros”, se lee en El olvido que seremos.
 
Las fuertes críticas del médico se dieron hasta el último de los días de su vida. Antes de su muerte escribió un artículo condenando la muerte del senador de izquierda, Pedro Luis Valencia, colega y docente de Gómez en donde acusó al ejército y sus funcionarios del Estado de la complicidad con los criminales, por estos tiempos ya se rumoraba del plan de asesinato contra el médico.
 
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La muerte de Abad Gómez se suma a la de otros 26 casos de homicidios a fines de 1987, que han quedado en la memoria del país como muerta viva de impunidad. El caso del médico fue archivado pocos años después del lamentable hecho. 
 
“Esta investigación, leída ahora, casi veinte años después, más parece un ejercicio de encubrimiento y de intento cómplice para favorecer la impunidad, que una investigación seria. Con decir que a un mes de abierto el caso le dieron vacaciones a la jueza encargada, y que pusieron funcionarios venidos de Bogotá a vigilar de cerca la investigación, es decir, a evitar que se investigara seriamente”. Héctor Abad Gómez dijo a sus amigos: “Yo no quiero que me maten, ni riesgos, pero tal vez esa no sea la peor de las muertes; e incluso si me matan, puede que sirva para algo”. Había copiado de su puño y letra un verso de Borges, que quedó manchado de sangre en el bolsillo de su camisa: “Ya somos el olvido que seremos”, opinó Faciolince sobre el caso de su padre.
 
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