Tendremos que seguir haciendo operaciones de control: FF. MM. sobre cese al fuego con disidencias
Hasta la fecha, los altos mandos militares no han emitido la orden del cese al fuego con las disidencias de las Farc.
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Las operaciones militares en el cañón del Micay y todo el departamento del Cauca siguen en curso hasta el momento, pues los altos mandos militares no han emitido ninguna orden directa de un cese al fuego que involucre las acciones ofensivas que realizan las Fuerzas Militares para recuperar el cañón del Micay y quitarle las rutas del narcotráfico a las disidencias de las Farc al mando de ‘Iván Mordisco’ en esta zona del Cauca.
El general Federico Mejía, comandante del comando específico del Cauca, explicó que las operaciones están en pleno desarrollo y se dividen en dos categorías principales: operaciones ofensivas y operaciones de control y estabilidad en áreas estratégicas.
“Las operaciones, para que todos conozcamos, aún continúan. No hemos recibido ninguna orden directa por parte del mando, pues nosotros somos muy respetuosos de las órdenes que nos den y, aún así, tendremos que seguir haciendo operaciones por lo menos de control territorial, de una presencia institucional, y estaremos presentes”, indicó el general Mejía.
Sin embargo, reiteró que, mientras persistan las amenazas y se requiera control territorial y presencia institucional, seguirán llevando a cabo operaciones para garantizar la seguridad de la población y la estabilidad en la región.
Los rostros de la guerra: los desmovilizados
La historia de una mujer de 29 años, a quien por su seguridad llamaremos Laura, se unió a las filas de las disidencias de las Farc con la idea de una mejor vida. Ella vivía en Aguas Claras y, buscando huir de los problemas con su expareja, aceptó la invitación de los hombres responsables de los ataques terroristas en esta región.
“Ellos estaban por ahí y me convidaron, entonces yo decidí ingresar y cuando ya estaba dentro de la organización, me di cuenta que las cosas no eran como yo pensaba, como se miraba, como ellos le decían a uno. Yo miraba que ellos mantenían por ahí tomando, en el pueblo mantenían en moto para arriba y para abajo, en carros relajados”, contó Laura.
Al llegar se dio cuenta que las condiciones eran diferentes y muy difíciles, como por ejemplo dormir en el monte, estar en carpas a la intemperie, y sin las mínimas condiciones para el aseo personal, cuando se unió no sabía absolutamente nada de armas y allí le dieron el curso completo.
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“Ellos le dan curso a uno allá, uno allá aprende lo político, lo militar, a armar un fusil, a desarmarlo, a aprender a combatir. La verdad más que todo eran misiones, nosotros íbamos de misiones, de marchas, nos tocaba caminar, nos tocaba ir a cuidar filetas, que es lo más importante”, indicó.
Tras darse cuenta de la realidad del conflicto armado, armó todo un plan para su fuga, su familia contactó al Ejército y ella pidió permiso para salir en una moto a encontrarse con ellos, ya que, según ella, lo más difícil era ver morir a sus compañeros.
“El plomo para allá, el plomo para acá. Esa es una situación de que cuando uno se llena como de nervios, como de sentir el plomo tan cerquita ahí, saber uno que tiene que luchar por la vida y uno de ver compañeros caer ahí al lado de uno. Pedí permiso para que me dejaran salir hasta una vereda. Ahí cogí una moto, pues yo ya iba al lado con mi papá y él pues ya habló con los, no sé, con los del Ejército y cuando llegué al tambo pues ya me estaban esperando”, aseguró.
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Laura está en este momento esperando que su situación judicial se aclare, pero temiendo por la seguridad de su familia, pues ella cree que al entregarse las disidencias podrían ir tras su hijo.
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