Arranca el Mundial de Qatar: mucho más que partidos y 22 futbolistas tras un balón

Para algunos no son más que 22 personas corriendo tras un balón, pero para otros es una puesta en escena de la vida con todas sus tensiones, valores, miedos, solidaridades, limitaciones y deseos. Cada cuatro años hace que el mundo gire en torno a él y a su Mundial. Eso es el fútbol, y es lo que está pasando en Qatar. Atrás quedaron las críticas por las situaciones de los derechos humanos en ese país y por la manera como consiguió la sede. La atención ahora está concentrada en el terreno de juego.Al no estar Colombia, cada aficionado al fútbol encuentra motivos para sentirse hincha de alguna selección, exhibiendo los más extraños argumentos para justificar hinchar por un país que en algunos casos ni siquiera conocen. Por eso desde ya se hacen pollas para que cada uno manifieste ese favoritismo, y también se organizan espacios tanto en el trabajo, como en el hogar y en distintos establecimientos para ver los partidos y compartir los olores, las emociones, las jugadas y la realización de sueños que harán gritar a unos de alegría y llorar a otros por la dura derrota.Esta es una buena oportunidad para fortalecer los lazos con aquellos que nos interesan y con quienes compartimos la pasión por este deporte. No es simplemente ver partidos, sino la ocasión para encontrar más razones para seguir apreciando y queriendo a esos que nos acompañan en la aventura de la vida.Creo que es un buen momento para saber gestionar las propias emociones. No podemos dejarnos arrastrar por la euforia, ni dejar que la tristeza acumulada oscurezca el sentido de la vida. Hay que entender que esas reacciones psicofísicas que llamamos emociones, son maneras de darle color y sentido a la existencia.Todo es más importante que el fútbol y el tiempo que le dedicamos es siempre para volver con más fuerzas a las tareas que son valiosas en nuestra existencia. Que no se acaben amistades, que las familias no se vean en aprietos, ni los trabajos dejen de hacerse por el mundial, al contrario, que podamos celebrar y vivir la vida a plenitud.