Todos enfrentamos la tentación de ceder ante la desesperanza . Las situaciones en las que el absurdo parece dominar nos empujan a pensar que todo está perdido. La falta de justicia , la desigualdad que nos somete a las peores consecuencias, aquellos que se ven forzados por circunstancias adversas a dejar su hogar y buscar suerte en tierras extrañas, la falta de trabajo y tantas otras dificultades nos pueden llevar a creer que no hay un futuro prometedor.
Sin embargo, creo que nuestra obligación es encontrar fuentes de motivación para no dejarnos arrastrar por el sinsentido. La vida es demasiado corta para llenarla de amargura, desazón y resentimientos. Es importante descubrir pequeñas acciones que nos impulsen y nos hagan creer que es posible seguir adelante. En mi caso, me funciona hacer una lista de logros, de aquellas cosas que he alcanzado y que dan alegría a la vida. Recordar el esfuerzo que implicó cada logro y la satisfacción que genera tenerlos nos ayuda a valorar nuestras capacidades y a desarrollar autoconfianza.
También es esencial adoptar una actitud positiva y buscar el lado bueno de las situaciones, aunque eso signifique ser acusado de ingenuo o de no tener los pies en la tierra. Pero, ¿de qué sirve ser un gran intelectual o un crítico si no soportamos los días que vivimos y necesitamos evadirnos? Practicar la gratitud —reconocer lo bueno que hay en nuestra existencia, por pequeño que sea— da sentido a nuestra vida.
Pasar tiempo con personas que nos inspiran y nos apoyan es fundamental; ya hay suficientes detractores en el mundo. Debemos poner nuestra atención en quienes desean vernos felices. Por último, encuentro inspiración en las historias de superación de otras personas. Saber que otros —quizás con menos oportunidades que yo— han logrado salir adelante me da esperanza.
Siempre somos libres de decidir si queremos vivir en la amargura o si preferimos encontrar fuentes de motivación para avanzar. Cada uno tiene que decidir qué hacer.
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