Se sigue tensionando la cuerda para el general Nicacio de Jesús Martínez, comandante del Ejército, cuyo ascenso a general de cuatro soles está a punto de discutirse en comisión y en plenaria del Senado, con un ambiente bastante enrarecido por el ‘fantasma’ de las ejecuciones extrajudiciales que lo sigue persiguiendo.
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Anoche la Procuraduría decidió abrir una investigación preliminar en su contra, por el escándalo revelado por The New York Times, relacionado con el aparente impulso de una política desde que llegó a ese cargo, de aumento de presión por resultados a sus subalternos, incluyendo bajas, y a la disminución del porcentaje de certeza antes de iniciar operaciones armadas.
Por supuesto, la Procuraduría es competente para adelantar ese tipo de investigaciones disciplinarias, según dijo la entidad, “por presuntas irregularidades en las directrices dadas a los militares para mejorar los resultados en las operaciones” y agrega que “busca determinar la existencia de una presunta implementación de una política al interior del Ejército Nacional que podría ser similar a la que desencadenó los falsos positivos”.
Con ese nuevo ‘piano’ encima, el general Nicacio Martínez dijo lo que corresponde en estos casos: que está a disposición de la Procuraduría y que no ha cometido irregularidad alguna.
Y aunque los generales y almirantes en retiro firmaron una carta para respaldarlo, la verdad es que para su ascenso a general de cuatro soles, o general full como dicen en la milicia, Martínez tendrá un camino no tan sencillo como se creía: ya desde la Alianza Verde el senador Antonio Sanguino pidió que su caso se vote por separado, para poder analizarlo en detalle, mientras que senadores de partidos de Gobierno, que en teoría deberían respaldarlo a pie juntillas, hoy dicen que evaluarán detalladamente el caso y las pruebas.
Aunque hoy no existe impedimento legal alguno que no le permita continuar en su cargo, varias voces de analistas comienzan a preguntarse si el general Nicacio Martínez debería mirar el entorno complejo que afronta, para decidir si sigue al frente del Ejército o si da un paso al costado, para evitar un mayor desgaste personal e institucional.
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