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Hay que matar el machismo, antes de que siga matando mujeres

Ni Eva es una diabla que lleva al varón al error, ni Adán es un pusilánime que hace lo que otro le dice sin ninguna libertad ni responsabilidad.

Alberto Linero
Alberto Linero
Foto: cortesía

“Si no eres mía, no eres de nadie”, esas eran las palabras con las que era amenazada constantemente por su pareja la mujer que apareció muerta en el río Cauca, un caso que, por estos días, corre el riesgo de volverse parte del paisaje.

Es triste tener que decir que en 2022, según el Observatorio Colombiano de Feminicidios, se presentaron más de 600 casos, y que en los 37 días de este año, se han presentado al menos 25. Algunos se hacen muy mediáticos y logran generar conciencia sobre el peligro que corren las mujeres, pero otros se pierden en el silencio sin llegar a tener nunca un poco de justicia.

Hay que dejar claro que el machismo mata. Nadie que defienda la superioridad del hombre por encima de la mujer puede ser sano mentalmente, ni puede relacionarse eficientemente con los demás.

Quizá algunos pensarán que no son agresivos por cuestiones de género, o que no son cómplices de este tipo de acciones, pero creo que basta mirar la manera en la que nos expresamos, las actitudes desde las que abordamos las relaciones, los chistes que hacemos y nuestras acciones, para evidenciar que ocasionamos contextos en los que las manifestaciones machistas se sienten apoyadas y pueden generar comportamientos violentos.

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En mi caso creo que lo primero ha sido tratar de entender que mucho del comportamiento machista viene de una lectura literal y hasta fundamentalista del relato mítico de “la caída” o “el pecado”, en el que, por cuestiones culturales que hoy se pueden entender en un estudio crítico, se termina culpando a la mujer de lo que en realidad es una acción humana.

Cuando entendamos que ninguna mujer es más débil o propensa a la falla que los varones, seguro tendremos expresiones y acciones más equitativas. Ni Eva es una diabla que lleva al varón al error, ni Adán es un pusilánime que hace lo que otro le dice sin ninguna libertad ni responsabilidad. Ambos son la manifestación del ser humano, el cual desde su libertad puede hacer lo que le destruye. Hay que matar el machismo, antes de que él siga matando.

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