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Hay cosas que hasta que no se viven no se saben; eso describe lo que estoy viviendo

Mi papá está conectado a un ventilador, luchando por la vida

Alberto Linero : Foto cortesía.jpeg

“Hay cosas que hasta que no se viven no se saben”, canta Silvio Brito en Ausencia Sentimental, uno de los vallenatos que más me gusta. Hoy esa frase describe bien lo que estoy viviendo.

Había escuchado, leído y visto en las noticias, que lo más duro de la pandemia es que algunos enfermos mueren solos en las clínicas, porque nadie los puede visitar. Y aunque me golpeaba mucho, no imaginaba todo lo que podía doler vivir esa experiencia. Como les conté ayer, mi papá está en cuidados intensivos, conectado a un ventilador mecánico, luchando por la vida, y aunque no está enfermo de COVID, tampoco se le puede visitar, porque por los datos del virus en Santa Marta, la clínica ha prohibido las visitas.

Está solo, sin ninguno de los que lo amamos y que quisiéramos acompañarlo. Su batalla no es solo contra el dolor que siempre es personal e intransferible, sino contra el hecho de que no podamos estar dándole la fuerza que la presencia llena de amor genera.

Más allá de todo lo que significa la situación particular, creo que vale la pena insistir en dinámicas que son obvias, pero que por ser tan evidentes, terminan siendo olvidadas e ignoradas.

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1. Necesitamos hacerle saber a las personas que amamos, constantemente lo importante que son para nosotros. No debemos ahorrar expresiones, actitudes y acciones de afecto que les hagan entender todo lo que sentimos por ellos. Llegará el momento en el que queramos hacerlo sentir, pero no se podrá.

2. En estos días que tuvimos que tomar la decisión sobre intubarlo o no, nos dimos cuenta que nunca habíamos hablado de ese tema con él, que no sabíamos qué querría en esos momentos. Aprendí que hay que hablar de esas situaciones duras y complejas.

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3. Volver a repetir que, hasta que no se viven estas duras experiencias ocasionadas por la pandemia, parecen una cantaleta. El virus no se ha ido y debemos seguir cuidándonos. Todos estamos aburridos de las privaciones, pero si no las cumplimos, podemos vivir experiencias duras.

No importa que suena a cantaleta: tenemos que evitar aglomeraciones, lavarnos las manos, tener distanciamiento físico y usar tapabocas. No hacerlo puede costarnos la vida o la de los que amamos.

Soy un hombre de fe y vivo desde mi relación con Dios, por eso estoy abierto a su voluntad y confío que es lo mejor para mí y para los que amo.

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