Vivir en felicidad requiere una autoestima consolidada. Tener una adecuada y balanceada opinión emocional de si mismo es fundamental para sobrevivir a los fracasos y a las desilusiones que siempre podemos vivir, para poner límites a los abusadores y no tener miedo en apartarlos de la vida, para expresas dudas, tolerar cierta soledad, sentirse digno de ser amado y para soportar el dejar de ser amado por una persona imaginando que puede haber otra, aunque no la haya de inmediato (Hornstein L. 2011).
Por eso, todos debiéramos revisar si nos estamos queriendo sanamente o no. Porque no es de extrañar que muchos escondan tras de su narcisismo y prepotencia intelectual una profunda sensación de inferioridad ni que el fracaso de los proyectos que algunos emprenden tiene su fuente en la precaria y distorsionada relación que tienen consigo mismo.
Los especialistas creen que hay que trabajar en los componentes de la autoestima:
1. Crecer en las capacidades para actuar con eficacia en el logro de las metas. Si no se trabaja en estos se corre el riesgo de mucha palabrería y nada más. Hay que trabajar en lograr el resultado idóneo y deseado.
2. Tener una evaluación positiva de lo que hacemos, que nos invite a acciones concretas de crecimiento.
3. Tomar decisiones y perseverar en ellas. Se requiere inteligencia y carácter para usar el poder de las decisiones.
4. Ser autocompasivo. A veces somos unos tiranos con nosotros mismos y lo único que logramos es generar el contexto para fallar y tener una autoevaluación negativa.
5. Trabajar en la autoimagen, de tal manera que alimentemos nuestra identidad.
6. Evaluar logros y relaciones afectivas en función de los proyectos personales.
La autoestima es dinámica. No siempre es la misma. Por eso hay que trabajar en lograr balancearla en medio de las presiones sociales. Trabaja en tu autoestima. Ámate y podrás amar.
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