Nadie puede ser feliz aislado de los demás, por eso es necesario aprender a vivir con ellos

La vida humana siempre se hace en relación con otros. Nadie puede ser feliz aislado de los demás, por eso es necesario aprender a vivir con ellos. Sabiendo elegir los equipos de vida con los que asumiremos las tareas propias de la existencia, porque de esta elección y de la manera como se desarrollen las relaciones de equipo, dependerá si somos gente exitosa, feliz o frustrada y amargada.

Una de las habilidades que debemos aprender para lograr una buena sinergia en nuestros equipos de vida es saber delegar. Entendiendo que no todo puede ser delegado y que la delegación no siempre es desde un jefe a un subalterno, sino que muchas veces es una acción entre pares. Para hacerlo bien son necesarias por lo menos 4 actitudes concretas:

1. El conocimiento del otro. Saber qué habilidades y limitaciones tiene. Entender qué puede aportar a la consecución del objetivo del equipo.

2. Tener confianza en su ser. Esto es consecuencia de lo anterior, porque la confianza no puede ser ciega, ni un salto irracional al vacío. Confío en esa persona porque la he visto actuar y sé que tiene capacidades para realizar esa tarea que se le está encomendando.

3. Dejar actuar. Algunos delegan, pero quieren meter mano constantemente cuando el otro está haciendo. Esto además de incomprensible, también genera conflictos innecesarios que serán obstáculos en el desarrollo de la misión que se tiene. Son esos que, viviendo desde su ego, están convencidos de que todo saldrá bien solamente si lo hacen ellos. Eso los lleva a vivir estresados, porque trabajan en compromisos que seguro serían más llevaderos si se asumen en equipo.

4. Comunicación efectiva que permita entender el proceso como tal y hacer la retroalimentación correspondiente en los momentos necesarios.

En la familia, la pareja, en el ambiente laboral, se tiene que aprender a trabajar en equipo, y eso implica aprender a delegar.

Hoy es el día de los delegados. Una ocasión para crear conciencia sobre el papel de los representantes y delegados de los Estados miembros ante las Naciones Unidas. Y es también una buena oportunidad para entender cómo vivimos nuestra relación de equipo.

Escuche la opinión de Alberto Linero: