No es no: no podemos creer que por ser varones podemos imponernos a la negativa de las mujeres
Respetar la libertad de los otros es fundamental. Necesitamos urgentemente trabajar en una buena educación sexual.
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Me impresiona la gran cantidad de noticias de acoso y de abusos sexuales que por estos días se comparten en los medios de comunicación y en las redes sociales. Suceden en los colegios, en los hogares, en iglesias, en taxis, en centros comerciales, es decir, en todo tipo de espacios, como si no hubiera ningún lugar seguro.
Me pregunto si es que ha aumentado este tipo de delitos o es que ahora las personas tienen la posibilidad de exponerlo públicamente y por eso se conocen más. Pueden ser las dos. Las cifras son contundentes, hasta el pasado febrero, solo en Bogotá ya se habían registrado por lo menos 585 denuncias por abuso sexual, esto sin contar los lamentables casos en los que por motivos complejos no se hace la denuncia.
Más allá de todas las medidas legales que se requieran, con las que las instituciones encargadas deben ser severas en la aplicación de la ley, también se necesita entender que estos problemas demuestran que la formación moral recibida no es la adecuada, o que ya es anacrónica para las nuevas dinámicas que se viven, y que se precisa trabajar en una moral que no se base en la prohibición y la culpa, sino en la responsabilidad y la comprensión de la sexualidad bien articulada a un proyecto de vida.
También es completamente necesario generar dinámicas de equidad en las que se entienda que todos tienen que ser respetados y valorados desde su singularidad, lo cual implica comprender que no está bien invadir la intimidad de las personas, ni verbalmente ni con actitudes, mucho menos con acciones.
Respetar la libertad de los otros es fundamental. Necesitamos urgentemente trabajar en una buena educación sexual, que acabe con tabúes que sólo reprimen y distorsionan lo que es una dimensión de felicidad.
Estoy seguro de que el machismo también es una de las causas y se tiene que trabajar para deconstruirlo; no se puede seguir creyendo que por ser varones tenemos la exigencia de imponernos a la negativa de las mujeres, ellas son libres de decidir y nosotros estamos obligados a asumir que el No siempre es No.