En el inicio de todo, cuando Dios creó el universo y todo lo que en él existe, reservó un lugar especial para el hombre y la mujer. En su infinita sabiduría, Dios dijo: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza". Con estas palabras, Él estableció una conexión profunda entre la humanidad y su propia esencia divina.
Esta declaración divina no solo fue un acto de creación, sino también un profundo acto de amor y propósito. Dios plasmó su carácter, su esencia misma, en cada ser humano. Somos reflejos de su bondad, amor, misericordia y sabiduría. Cada uno de nosotros lleva una chispa divina en su interior, y nuestro propósito en la vida está intrínsecamente ligado a esta relación única que debemos tener con nuestro Creador.
“Cuando Dios nos creó, Él pensó en el hombre y la mujer por eso dijo "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza", recordemos que el Señor plasmó el carácter de Él en el ser humano, por tal motivo nuestro destino debe estar ligado a esta relación que debemos tener con nuestro Creador”, señaló el pastor Castellanos en su reflexión dominical del 10 de septiembre.
Nuestro destino como seres humanos, entonces, se encuentra en esta relación con nuestro Creador. Al buscar una conexión más profunda con Dios, encontramos significado y propósito en nuestras vidas. En ese camino de búsqueda espiritual, descubrimos quiénes somos realmente y cómo podemos contribuir al bienestar de todos los seres vivos en este mundo.
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Escuche la reflexión dominical del pastor César Castellanos acá:
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