Monseñor Rafael de Brigard, en su reflexión dominical, abordó el mensaje del tercer domingo de Adviento, enfocándose en la continua búsqueda de la humanidad por un salvador, un anhelo presente "desde Adán y Eva hasta nuestros días".
La liturgia propuso el Evangelio de San Mateo, capítulo 11, donde Juan el Bautista, desde la cárcel, mandó a preguntar a Jesús: "¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?". El pastor enfatizó la importancia de la introspección en la vida del creyente, señalando: "Qué importante que siempre haya en la vida momentos de reflexión, tiempos de reflexión, una actividad concreta llamada reflexión sobre las cosas de Dios, sobre las cosas importantes de la vida".
La respuesta de Jesús a los enviados de Juan constituyó la enseñanza bíblica central: "Vayan a anunciar a Juan lo que están viendo y oyendo. Los ciegos ven, los inválidos andan. Los leos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el evangelio". El Monseñor explicó que estos prodigios son la confirmación de que Jesús es el enviado de Dios y que su obra implica una visión más profunda que la sanación física.
Ver a Cristo, creerle y esperar en él es "abrirse a la posibilidad de ver a Dios y verlo, digámoslo de una vez, con los ojos de la fe". Para poder percibir plenamente estas realidades, la reflexión destaca dos elementos esenciales: la fe y la humildad, ya que "uno ve las cosas de Dios desde la fe y desde la humildad".
El mensaje de las buenas nuevas se dirige particularmente a los pobres, quienes a menudo solo reciben "malas noticias, órdenes". Este Evangelio no solo les anuncia que hay salvación, sino que la comunidad fundada por Jesús se ocupará principalmente de ellos. La figura de Dios que se revela es un ser activo que "hace justicia, da pan, liberta, abre los ojos, endereza, ama, guarda".