El show más grande del mundo en primera fila para 250 niños del ICBF
El Circo del Sol llegó a Bogotá y en su primera función estuvieron en exclusiva 250 menores protegidos por Bienestar Familiar.
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En la tradicional carpa ‘Soleil’, allí estaban muy puntuales 250 menores protegidos por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. Niños y niñas cuyas historias, la gran mayoría, tienen relación con hechos de violencia.
Antes de que las miles de personas que han agotado la boletería para la temporada del Circo del Sol en Colombia pudieran vivir la experiencia de uno de los espectáculos sin el uso de animales más aplaudido del mundo, era el momento de los niños del Bienestar Familiar. Curiosos, expectantes y llenos de ganas de dejarse sorprender.
Lizeth era una de ellas. Pertenece a una fundación de niños con discapacidad cognitiva, pero su sonrisa era inevitable. Las sorprendentes luces, las acrobacias arriesgadas y los malabares impresionante, acompañados de una banda, la hicieron muy feliz. Así lo describió.
Estaba muy cerca del escenario junto a sus amigos y compañeros de vida con los que ha enfrentado la adversidad. “Todo es muy bonito. Es la primera vez y me alegra que nos hayan invitado”, dijo la pequeña, tratando de esconder su sonrisa y el rostro con un poco de pena por el micrófono grabando su voz.
El Circo del Sol tiene su sede principal en Canadá, se ha hecho famoso por sus giras al rededor del mundo y las puestas en escena que han causado los aplausos de miles de personas de acentos y lenguas diferentes.
Además, cambiaron el pensamiento de los shows circenses exitosos, no utilizan animales y ese es el mensaje más potente: no hay necesidad de acudir a la tortura.
Tiene más de 40 artistas, cada uno con un nivel de preparación tan riguroso que han logrado desarrollar coreografías casi perfectas. Muy cerca de la ausencia de error.
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Y ahí estaba Lizeth. Afirmando que esperaba volver en los próximos años y sintiéndose emocionada por compartir una experiencia cultural tan abrumante por primera vez junto a sus amigos de la fundación. Niños sordos, con problemas cognitivos, con algunas enfermedades degenerativas y con los que ha pasado gran parte de su vida.
Lizeth y sus compañeros vivieron la experiencia del juego de luces, la historia envolvente de los marineros que quedan atrapados en un mundo desconocido lleno de seres extraños. Pudo sentir la libertad del circo, esa libertad de los artistas que volaban por toda la carpa colgados de cuerdas al techo y con una flexibilidad digna de un mundial de gimnasia.
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Ahí estaba Lizeth, teniendo un poco de normalidad y como si fuera un día cualquiera, como lo tienen miles de niños en Colombia con familias que no tienen problemas de violencia y que no han sufrido dificultades serias o traumáticas. Pequeños que no han sentido el rechazo de la sociedad y tampoco han tenido que pasar sus noches en dormitorios con el piso frío y con una cantidad de códigos de disciplina. La ducha a las 5, el desayuno a las 7, lectura a las 8 y charlas a las 10.
Esa noche Lizeth estaba siendo testigo de un día con un significado especial: Se puede ser feliz. Se puede disfrutar la vida y el tiempo con los demás. Se puede disfrutar el arte y la cultura, también los que han vivido circunstancias de dolor y barreras sociales tienen derecho a hacerlo, aunque sea una vez al año, en un lugar en el que la realidad tiene que ver con seres únicos que saltan, cantan, y crean hazañas, cada una más impresionante que la anterior.
Al final, Lizeth solo terminó: “Quiero volver pronto. Muy pronto”, resaltó la felicidad en su corazón. Probablemente ella, o alguno de sus compañeros, pueda convertirse algún día en uno de esos artistas. Porque los niños que han sufrido hechos dramáticos, en uno de los países con un índice de violencia contra la niñez más altos de América Latina, no solamente esperan ir al circo, quieren tener las herramientas para dejar atrás historias de dolor, avanzar y cumplir sus sueños. Y por qué no, saltar en trampolines y viajar por el mundo con la música precisa de fondo. Justamente como en el Circo del Sol.
La Directora del @ICBFColombia, Juliana Pungiluppi, destacó que esta experiencia tendrá un impacto muy positivo en los niños y niñas ya que les permitirá soñar en grande y despertar su imaginación y creatividad pic.twitter.com/othtihH5sf
— Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (@ICBFColombia) October 25, 2018
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