En un rincón remoto del majestuoso Nepal , donde las montañas se alzan con imponencia y los valles guardan historias ancestrales, se encuentra un monasterio que ha abierto sus puertas a un evento sin precedentes. Sarasuati Ochoa, una viajera apasionada por el crecimiento personal, tuvo el privilegio de encontrarse con este lugar sagrado y llevar a cabo el primer retiro espiritual en español, hablo para Travesía Blu.
El monasterio , cuyo nombre se pronuncia con reverencia, brindó a los asistentes una experiencia transformadora para observarse a sí mismos y contemplar la mente en un ambiente de serenidad y paz. El taller estaba cuidadosamente estructurado, con largas horas dedicadas a la meditación y la introspección, ofreciendo a los participantes un espacio propicio para el autoconocimiento.
"Sabía que este lugar era especial, un oasis en medio del bullicio del mundo moderno", expresó Sarasuati Ochoa al describir su vivencia en el retiro. La tranquilidad y la sensación de privilegio se hicieron presentes al descubrir que existían espacios en Nepal donde se compartía la sabiduría espiritual en español. Fue una iniciativa sin precedentes, ya que los retiros previos se realizaban mayormente en inglés o tibetano.
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El encuentro cultural entre los monjes y las dos personas que participaron en el retiro (ambas procedentes de España) fue enriquecedor. Aunque debido a conflictos internos, los monjes y las monjas no pudieron unirse a la experiencia, esto no restó valor al evento. La comunidad monástica suele llevar a cabo este tipo de retiros, pero la ocasión permitió el establecimiento de un vínculo más cercano con personas de habla hispana.
La vida en el monasterio se rige por una sencillez marcada y un orden consagrado por siglos de tradición. Los monjes, vestidos con retazos de tela de color naranja, llevan a cabo sus "pullas", actos de ofrenda donde comparten alimentos con una profunda devoción. Sin embargo, estos rituales no están al alcance de todos; solo aquellos con una preparación adecuada pueden ingresar a las sagradas gompas, los espacios de oración y enseñanza.
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"Teníamos horario para comer y horario para hacer silencio (...) No se podía usar ropa escotada", relató Ochoa mientras describía la estricta disciplina de los monjes. Su vegetarianismo y trabajo en equipo, que observó en cada rincón del monasterio, son ejemplos de la dedicación y el respeto que impregna la vida monástica.
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