En su más reciente reflexión dominical, el pastor Andrés Corson concluyó una serie sobre “El cristiano y los demonios”, advirtiendo que incluso los creyentes pueden llegar a ser influenciados, obsesionados o, en casos extremos, controlados por fuerzas espirituales malignas. “El campo de batalla de Satanás y de sus demonios es nuestra mente”, explicó, enfatizando que muchas veces el enemigo introduce pensamientos que parecen propios, llevándonos a aceptar mentiras como verdades.
A través de múltiples ejemplos bíblicos —desde el joven atormentado en Lucas 9 hasta la mujer encorvada de Lucas 13—, el pastor ilustró cómo distintos espíritus pueden afectar la mente, el cuerpo o las emociones. Asimismo, advirtió sobre las raíces espirituales detrás de los llamados pecados capitales, relacionándolos con fuerzas demoníacas específicas. “El orgullo es la caída de Lucifer; la avaricia está ligada al dios Mamón; y detrás de la lujuria opera Asmodeo”, afirmó.
Finalmente, el pastor exhortó a la iglesia a mantener una vida espiritual activa, basada en la oración, el ayuno y la santidad. “No todo es demonio —reconoció—, pero muchos de nuestros problemas comienzan en la carne y los demonios los aprovechan”.
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