
Lo que por décadas fue argumento de películas de ciencia ficción —máquinas conscientes y con capacidad de interacción humana— hoy comienza a tomar forma gracias al desarrollo de la inteligencia artificial generativa.
Una de sus aplicaciones más visibles y en crecimiento es la creación de avatares digitales hiperrealistas: figuras animadas, diseñadas con precisión tecnológica, que se convierten en voceros digitales permanentes para empresas y marcas.

Un ejemplo de esta tendencia es Ai.leene, un avatar desarrollado por Audi para acompañar el lanzamiento del modelo Q6 e-tron. Su construcción requirió más de 400 horas de entrenamiento con modelos de lenguaje, análisis léxico y fonético, todo orientado a reflejar con fidelidad la identidad de la marca. No se trata de un caso aislado: empresas como IBM, Samsung y Gucci también están incorporando esta tecnología en sus estrategias de comunicación e interacción con el público.
Mauricio Serrano, CEO de la empresa Marketeros —especializada en el desarrollo de avatares con inteligencia artificial— señala que el panorama del marketing ha cambiado profundamente. “Hoy el contenido no solo se consume, se vive. En un entorno visual e inmediato, las marcas que no generan contenido audiovisual con frecuencia simplemente desaparecen del radar”, afirma.
Los avatares, en este contexto, no son solo animaciones sofisticadas. Son herramientas diseñadas para hablar, expresarse y reaccionar como un portavoz humano, pero sin limitaciones de agenda ni desgaste. Serrano explica que existen dos tipos: los clones digitales, que replican con precisión a una persona real, y los avatares hiperrealistas, diseñados desde cero para representar los valores y el estilo de una marca.

El mercado de estos desarrollos no deja de crecer. Según la firma Grand View Research, el valor global del mercado de avatares digitales alcanzó los 18.190 millones de dólares en 2023, con una proyección de crecimiento anual del 49,8 % hasta 2030. Este auge responde a los avances constantes en inteligencia artificial, aprendizaje automático y realidad aumentada.
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Desde Marketeros explican que el desarrollo de un avatar puede costar entre 600 y 1.200 dólares, dependiendo del nivel de personalización, lo que lo hace viable incluso para pequeñas y medianas empresas. Los sectores que más rápidamente han integrado estas soluciones no son necesariamente los más grandes, sino aquellos que enfrentan una presión constante por generar contenido atractivo, como salud, belleza, tecnología y comercio minorista.
Para muchas marcas, los avatares con inteligencia artificial representan una solución estratégica: permiten mantener presencia constante, coherencia en el mensaje y una conexión emocional con el público, sin depender de la disponibilidad humana. Más allá de la innovación técnica, su verdadero valor está en el propósito con el que son creados: una combinación de voz, imagen y narrativa que construye identidad digital.