los niños que mueren en los centros médicos para que sus padres puedan afrontar mejor la pérdida.
Schreck descubrió a través de un experimento, que las mamás que podían escuchar el latido de sus hijos se sentían más reconfortadas y tranquilas. Entonces, a través de un micrófono estetoscopio improvisado, pudo capturar la esencia rítmica de los pacientes y agregarle la música preferida de estos.
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Para Schreck esta es una forma de lograr que perdure en el tiempo un pedacito de vida de sus pacientes y además sirve de terapia para los familiares que pierden a sus seres queridos.