¡Son las armas, estúpidos! Columna de Óscar Montes
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La Asociación Nacional del Rifle es una de las organizaciones más poderosas de los Estados Unidos. Es tan poderosa que hasta los presidentes le temen. El mismísimo Donald Trump, que dice no temerle a nadie, le tiene pánico. Prueba de ello es que después de la masacre de Las Vegas, donde fueron asesinadas 59 personas por un desquiciado, que tenía decenas de fusiles en su habitación en un exclusivo hotel de la ciudad, Trump ni siquiera la mencionó.
El presidente que más lejos llegó contra esta súper poderosa organización fue Bill Clinton, quien logró que el Congreso impusiera medidas de restricción para la venta, posesión y uso de armas de asalto. Pero fue una medida transitoria que ya perdió vigencia, aunque tampoco tuvo el alcance que se esperaba, pues solo comprometía la compra y venta de las llamadas armas de asalto.
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La Asociación Nacional del Rifle -que apoyó abiertamente a Trump en su campaña presidencial, justifica su existencia en la segunda enmienda de la Constitución de Estados Unidos, que les permite a los ciudadanos tener en su poder armas de corto y largo alcance para ser usadas en su defensa. La norma se refiere a hipotéticos casos de invasión por parte de otros países.
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Es decir, la compra y venta de armas en Estados Unidos por parte de los ciudadanos sin ningún tipo de restricción ni control, es la principal razón de que todos los días ocurran acciones criminales como la que acaba de suceder en Las Vegas con un saldo de 59 muertos y más de 500 heridos. Unos matan por razones religiosas, otros por el color de la piel y otros bajo los efectos de las drogas. Pero todos ellos matan porque pueden comprar en las tiendas y almacenes del país pistolas y fusiles como si fueran hamburguesas y Coca Cola.
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Mientras no haya control a la venta, posesión y uso de las armas en Estados Unidos seguiremos asistiendo a tristes y lamentables episodios como el de Las Vegas. Ahí está la nuez del asunto. No tiene ningún sentido que -pese a tantas masacres y tragedias, todavía permanezca inmodificable la venta de armas sin ningún tipo de restricción en Estados Unidos.
Ese multimillonario negocio es el gran responsable de todas las tragedias. Trump ya dio muestras de que no le interesa afectar los intereses de sus socios y aliados políticos. Por cuenta de él, que se sigan matando. Mientras tanto, los familiares seguirán llorando y sepultando a las víctimas, sin que nadie se atreva a pedirle cuentas a la intocable Asociación Nacional del Rifle, que es -¿alguien lo duda?- la mano asesina que mece la cuna.
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