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"Humanizar la mirada", editorial de Ana Cristina Restrepo

En el editorial de este miércoles en Vive Medellín, Ana Cristina Restrepo habló sobre la legalización de las drogas.

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Este es el editorial de Ana Cristina:

 

Bajo el lema de “un mundo libre sin drogas", la Organización de Naciones Unidas ha insistido en una guerra que sigue desencadenando adicción y muerte, y que se ha convertido en la corruptora por excelencia de los sistemas políticos. Presidentes y gobernantes locales han ascendido al poder en Colombia con dineros de narcotraficantes.

 

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La Asamblea General, principal órgano de deliberación y formulación de políticas públicas de la ONU, está reunida en Nueva York. Allí, el ministro de salud Alejandro Gaviria expuso sus propuestas al problema mundial de las drogas, basado en asuntos como la prevención del consumo problemático (dejando de lado la utopía de que el consumo puede ser derrotado del todo), el tratamiento de la adicción y la atención a las sustancias controladas con uso medicinal.

 

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En pocas semanas, Colombia contará con los primeros productores de derivados del Cannabis amparados por una licencia, también veremos los primeros cultivadores de Cannabis con propósitos médicos y científicos.

 

El periodista inglés Johann Hari, autor del best seller Tras el grito, estuvo en Medellín hablando sobre la posibilidad de tratar al adicto como paciente y no como delincuente, así como otros asuntos ligados a la despenalización de las drogas. Hari recordó que el 20% de los soldados que lucharon en Vietnam consumían heroína; no obstante, al regresar a sus hogares, el 95% dejó la droga. Con esta historia, el periodista buscaba mostrar que, antes que el factor químico, el “gancho” de los estupefacientes está ligado a una carencia emocional, personal o social.

 

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Según los datos recolectados por la investigación de Johann Hari, solo el 10% de los consumidores de cualquier droga -prohibida o no prohibida- llegan a tener problemas, el resto puede hacer una vida normal.  Así mismo, ese 10% con problemas corresponde a personas con dificultades socio-familiares o algún tipo de desconexión social-emocional que requiere cuidados.

 

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El domingo anterior, el periódico El Colombiano editorializó sobre el papel crucial de la familia en la prevención del consumo de drogas, y alertó con cifras: “Medellín tiene hoy 227 mil adictos a las drogas ilegales. Supera a Bogotá, que registra 197 mil y triplica a esta ciudad en población”.

 

Los cultivadores son otra de las múltiples caras de esta situación dramática. La Silla Vacía dice que “en Colombia cerca de 64.600 familias se dedican al cuidado de los cultivos de coca, la recolección de la hoja, la cocción y transporte a pequeña escala de la pasta base e, incluso, la preparación de alimentos y oficios domésticos en lugares de producción de sustancias ilícitas. En total son unas 400 mil personas”. ¿Cómo replantear las actividades agrícolas de los campesinos cultivadores de coca?

 

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La guerra contra las drogas exige un alto en el camino, una reflexión sobre los errores cometidos. Colombia, México y Guatemala son casos paradigmáticos del fracaso social, cultural y político que constituye la prohibición.

 

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Repensar el problema de las drogas desde una óptica más humana no solo es una prioridad, constituye una urgencia.

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