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La hermana Ruth María Soto Martínez hace 33 años no pasa Navidad, Año Nuevo ni sus fiestas de cumpleaños con sus familiares. No tiene redes sociales y solo ve televisión los viernes al mediodía, para enterarse mediante los noticieros sobre qué pasó en el país durante la semana.
"Siempre encontramos una especie de resumen de lo que sucedió. No necesitamos más", dice la mujer, refiriéndose a ella y a las otras 9 religiosas con las que vive en un monasterio de clausura en Santa Marta.
Precisamente, este viernes 10 de marzo, le llegó una noticia que la tiene cantando ave marías: la visita del papa Francisco finalmente se dará en Colombia, un anhelo que tenía presente desde que Jorge Bergoglio se convirtió en el primer papa latino de la iglesia católica.
Esto la llevó a desempolvar una carta que envió en 2013 a Roma, directamente a Francisco, en la que le pedía oración por las vocaciones para la vida de clausura, pues ya no ingresan jóvenes con la misma frecuencia que hace unos 40 años. El documento lo entregó, a las manos de su santidad, Alejandro Eder, entonces director de la Agencia Colombiana para la Reintegración, el día en el que fue a pedirle la bendición para el proceso de paz con las Farc.
En la misiva no solo lo felicitó, le pidió oración y le habló de su comunidad religiosa. En esta también le hizo una confesión: que lo quería conocer para estrechar su mano, pero que esto solo lo podía ser si él visitaba alguno de los monasterios que las concepcionistas franciscanas tienen en Colombia, pues su voto de clausura la compromete a servir detrás de las rejas blancas del convento que eligió como hogar.
"Yo le escribí la cartica porque lo quiero mucho. Leo todo lo que escribe, lo medito y hasta me dan ganas de aprenderlo de memoria", comentó la hermana Ruth, quien celebró que el santo padre incluyera en su agenda a Medellín y no a Santa Marta, pese a ser esta la ciudad en la que vive desde hace seis años.
La razón está en que la visita de Francisco coincidirá con la asamblea de abadesas de la congregación que se realizará en La Estrella (municipio de Antioquia), a la que debe asistir la madre Ruth. Es como si Dios los pusiera en el camino.
"Es que este año en la Casa Federal, del 10 al 23 de septiembre, estamos en asamblea las abadesas y delegadas de los monasterios. Sería una oportunidad muy linda de conocer al papa. Eso sería una bendición grandísima para nuestra comunidad. Yo le pediría a él ese regalo", manifestó.
Su principal propósito está puesto en que las colombianas conozcan más sobre la vida de clausura. Aunque algunos opinen que ella vive encerrada detrás de unas rejas del mismo color de su traje, la religiosa señala con absoluta convicción que lo suyo es una entrega al mundo (y a Dios) desde la oración.
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