Ya es hora de que las víctimas de la violencia de género tengan rostro y dejen de ser una estadística más de las muchas que abundan en el país. En el Atlántico la más reciente es Yulimar Genis De la Hoz, una joven que estuvo a punto de ser asesinada por su ex pareja, el pasado fin de semana en el corregimiento de La Peña, jurisdicción de Sabanalarga, porque tuvo el valor de decirle que no quería vivir más con él. Ese fue su “pecado”.
Ante la negativa de Yulimar –que ya estaba cansada de los maltratos recibidos- su ex pareja, Rafael Rojano, procedió a golpearla por todo el cuerpo y luego le extrajo los dientes con unas pinzas. La salvaje agresión tiene a Yulimar internada en una clínica de Sabanalarga, donde se recupera de la golpiza recibida. El agresor se encuentra huyendo, luego de atentar contra la vida de quien fuera su compañera sentimental.
Publicidad
La brutal agresión de Rafael Molano no puede quedar impune. La acción criminal que cometió debe ser castigada con todo rigor y de forma ejemplar. La comunidad de La Peña debe dejar de ser cómplice de desadaptados que abusan de su condición para someter a sus parejas –o ex parejas, como es el caso de Yulimar- a todo tipo de vejámenes y abusos.
Publicidad
Proteger a este tipo de personas, más que complicidad es cobardía. Si la actuación criminal de Rafael Molano no es castigada con severidad, mañana Yulimar podría ser su víctima fatal, pues son varias las veces que la ha amenazado con asesinarla.
Nada justifica la violencia intrafamiliar o el maltrato de género. Y no sólo se trata de la agresión física –que es la más visible de todas- sino de la psicológica, que es igual de traumática. En ambos casos la sanción social –acompañada de denuncias- es fundamental para poner fin a este fenómeno creciente en nuestras comunidades. El año pasado en el Atlántico se presentaron 490 casos de violencia intrafamiliar.
Publicidad
Que sepan las víctimas de la violencia de género o del maltrato intrafamiliar que no están solas. Que sepan que la comunidad está de su lado y que condena las actuaciones criminales de sus agresores. Que sepa Yulimar que no está sola y que su agresor recibirá el castigo que merece.
Publicidad
¿Cuántas Yulimar hacen falta para que las autoridades entiendan que la violencia de género es un flagelo social que merece ser atendido de forma prioritaria? ¿Cuántas Yulimar se necesitan para que la sociedad entienda que no puede ser permisiva con la violencia intrafamiliar? Esta calamidad social debe ser atendida con prontitud, pues las mujeres agredidas de hoy podrían ser las víctimas fatales de mañana.