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Juan Ortega, el líder religioso de Barranquilla al que capturaron tras ser acusado de ser fletero

La pandemia, sumada al despido de la esposa, una enfermedad, la parálisis cerebral de su hija y un vendaval, lo habrían empujado al abismo, según su versión.

líder religioso capturado.jpg
Líder religioso capturado.
Policía Nacional

Al líder religioso Juan Carlos Ortega Méndez le faltó "tener la paciencia de Job" para soportar las desventuras a las que lo enfrentó la pandemia porel COVID-19.

El cierre de su iglesia, la cual le generaba el ingreso para su sustento; el despido de su esposa de la EPS en la que laboraba y la pérdida parcial de su vivienda tras un vendaval lo llevaron a enfrentar una dura decisión que ahora lo tienen con casa por cárcel, pues se volvió fletero.

Fueron dos hurtos avaluados en $22 millones, realizados hace tres meses, uno en Baranoa y otro en Usiacurí, los que dejaron atrás al hombre que desde el púlpito predicaba la importancia de no perder la fe cuando todo estuviera en contra.

“Porque tienen que entender que lo que ha venido a tu vida es un momento para desenfocarte, pero hoy Dios te dice que estés atento y te quedes en ese lugar porque es Dios quien va a hablar a tu espíritu”, afirmó en un encuentro.

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Lo que cuentan vecinos y exfeligreses es que la situación económica de esta familia empeoró en los últimos dos años. Que a lo económico se sumó que su hija de diez años, que requiere tratamiento constante por padecer parálisis cerebral, se le vio afectada en su proceso médico por el cambio de EPS que le aplicaron ante la liquidación de Ambuq.

A su vez, Juan Carlos, el otrora evangelizador, es paciente renal y requiere varias veces a la semana diálisis, un procedimiento que implica gastos y que los enfrenta a los reducidos ingresos.

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“Él, según sus propias declaraciones y testimonios, fue bandido mucho antes pero Dios lo compuso y pues con su pareja montó una iglesia que venía funcionado desde hace muchos años en su casa en el municipio de Polonuevo. En el pueblo era reconocido por sus buenas prédicas y tenía un buen respeto dentro de la comunidad”, comenta un vecino, quien pide reserva de la identidad.

Si bien a todos en Polonuevo, Atlántico, tomó por sorpresa la noticia de su captura, producida el pasado 10 de mayo, justo el mismo día que calendario del santoral cristiano conmemora la fiesta del santo Job; para muchos es un reflejo de la desesperación que enfrenta esta familia entregada en otro momento a la prédica de Dios.

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