La historia del campeón de la Vuelta a Colombia
El santandereano Aristóbulo Cala, de 27 años, campeón de la Vuelta a Colombia, contó al diario El Espectador su historia de vida.
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Este lunes, el diario El Espectador publicó un relato en primera persona del campeón de la Vuelta a Colombia, Aristóbulo Cala.
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El en relato, Cala asegura que con 27 años cumplió uno de los sueños de su vida, ganar la carrera más importante del país lo cual le permitirá “seguir pedaleando por mucho tiempo”.
“Aprendí a montar en bicicleta tarde, creo que a los 14 años. Mi primo Iván era el único de la vereda El Páramo, en el municipio Hato, Santander, que tenía una. Y la alquilaba por 500 pesos la hora. Yo le decía a mi mamá que me regalara ese dinero para comprar dulces, ¡y mentira!, se lo daba a él para que me la prestara y así montar en el polideportivo. Daba vueltas como loco y el tiempo se me hacía efímero. Me caí muchas veces, pero hubo un totazo que no pude mantener en el anonimato. Un día bajé por una loma muy rápido, una berraca piedra estaba en el camino y yo terminé despatarrado en una alcantarilla.
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Me raspé las manos, me fracturé la muñeca, quedé todo magullado. Para que mi mamá no se diera cuenta de que le había mentido, de que el dinero que me daba no era para dulces, me tocó mentir otra vez.
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Le dije que mi tío Álvaro me había mandado por un palo que necesitaba en la finca y que por no mirar bien el camino tropecé. Que fui a dar contra una cerca y que el pedazo de concreto me estripó la mano y me fracturó la muñeca. Me creyó sin decir más palabras. Desde muy niño trabajé, desde que terminé la primaria y no hubo manera de mandarme al colegio del pueblo para hacer el bachillerato. Caminando era como a una hora y media, y mis papás no tenían el dinero.
Talaba potreros, hacía mandados, vigilaba el ganado y alzaba la caña de azúcar para montarla al camión. Y en la finca le ayudaba a mi papá a sembrar café y cacao. Cuando me iba a donde mis tíos, me pagaban el día a 12 mil pesos y si era doble, el jornal podía llegar a los 140 mil semanales. Todo el dinero se lo daba a mi padre, porque sabía que con lo que él ganaba no era suficiente para mantener una familia de seis hijos –yo soy el menor–“.
Lea el relato completo de Cala en el diario El Espectador.