Alto incremento de salario mínimo en 2026 podría golpear a este grupo de trabajadores, según experto
Aunque estas alzas han buscado mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores formales, los resultados muestran un panorama más complejo.
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Mauricio Salazar, director del Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana, analizó en Mañanas Blu, con Camila Zuluaga, los efectos de cinco años consecutivos de incrementos elevados del salario mínimo en Colombia. Aunque estas alzas han buscado mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores formales, los resultados muestran un panorama más complejo.
Durante la conversación, Salazar recordó que esta política no comenzó con el actual Gobierno, sino en el último año de mandato de Iván Duque, cuando se inició una tendencia a aumentar el mínimo por encima de la inflación y de la productividad. Sin embargo, subrayó que este instrumento solo beneficia a quienes están dentro de la formalidad.
“El salario mínimo solo afecta a los formales. Tenemos al 55 % completamente ignorado”, afirmó, al referirse a la alta informalidad laboral del país, que supera el 56 %.
Uno de los efectos más visibles de esta política ha sido la creciente distancia que separa a los trabajadores informales del salario mínimo. Salazar explicó que, mientras en 2013 el ingreso promedio de un trabajador informal equivalía al 93 % del mínimo, para 2024 cayó al 64 %. En otras palabras, los aumentos sucesivos han vuelto el salario mínimo cada vez más inalcanzable para más de la mitad de la fuerza laboral.
A esta brecha se suma la desigual realidad regional. Según el experto, solo los empleados formales de las cinco principales ciudades han logrado mantener su poder adquisitivo frente al incremento del salario mínimo, mientras que trabajadores de ciudades intermedias y zonas rurales han perdido terreno.
“En La Guajira, el trabajador promedio se gana medio salario mínimo. En Bogotá, el trabajador promedio se gana 2,5 veces el salario mínimo”, señaló, al explicar por qué países como Brasil, Uruguay o Angola han adoptado esquemas de salarios mínimos regionales.
Para Salazar, esta diferencia debe ser considerada cuando se discute el salario de entrada a la formalidad: la capacidad de una pequeña empresa de Quibdó para pagar un mínimo con prestaciones es mucho menor que la de un negocio similar en una ciudad principal.
Frente a propuestas que buscan fijar metas de cuántas canastas familiares debe cubrir el salario mínimo, el economista advirtió que la discusión no puede limitarse a quienes reciben ese ingreso.
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“Puedo decir que quiero darles varias canastas básicas a los que ganan el mínimo, pero la pregunta es: ¿qué estamos haciendo por los informales y los autoempleados que venden a sol y agua?”, dijo.