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Esta decisión se tomó teniendo en cuenta varias consideraciones, pues el pronóstico de crecimiento del PIB del equipo técnico para 2021 se revisó de 5,2% a 6% en el escenario central, teniendo en cuenta un desempeño de la economía mejor que lo esperado en el primer trimestre.
Sin embargo, la aparición de rebrotes de coronavirus de intensidad y duración incierta, así como la incertidumbre en el frente fiscal, podrían alterar esta proyección.
La inflación total a fin de marzo fue de 1,51% anual y la inflación sin alimentos y regulados de 0,94%. El pronóstico de inflación del equipo técnico y las expectativas de inflación del mercado están en línea con una convergencia de la inflación a la meta de 3% en 2021 y 2022.
Los datos revelados por el DANE muestran una tasa de desempleo de 14,2% en el total nacional en marzo y un nivel de pobreza monetaria de 42,5% en 2020. El elevado desempleo y el incremento de la pobreza son fenómenos que justifican una tasa de interés de política históricamente baja como la actual.
Aunque las condiciones financieras internacionales estarían tornándose menos favorables por cuenta de una política fiscal históricamente ampliada en los Estados Unidos, continúan siendo holgadas.
De no lograrse el ajuste fiscal requerido, se podría comprometer el acceso y aumentar el costo del financiamiento público, lo cual limitaría el espacio de la política monetaria para seguir apoyando la recuperación de la actividad económica y el empleo.
Bajo estas condiciones y teniendo en cuenta el balance de riesgos, la junta decidió mantener la tasa de intervención en 1,75% por mayoría con seis votos frente a uno, que votó por reducirla en 25 puntos básicos.
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