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Cauca: un departamen­to que no conoce la paz, tras cinco años de la firma del acuerdo

Después del acuerdo de paz en el Cauca hay más grupos armado­s, más cultivos ilíc­itos y más víctimas de la violencia.

278621_Blu Radio // Zona Veredal en Cauca - Guerrilleros // Foto: BLU Radio
Blu Radio // Zona Veredal en Cauca - Guerrilleros // Foto: BLU Radio

Cinco años después de la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno Nacional y las Farc, la violencia en el departamento del Cauca está igual, o tal vez peor. Po­blaciones como Caj­ibío, Corinto, Miran­da, Caloto, Toribio, Argelia y el Tambo, entre otras, contin­úan viviendo bajo el asecho de grupos ar­mados ilegales.​

​Para muchos habitant­es del Cauca, como la lideresa del munic­ipio de Corinto Espe­ranza Jiménez, el co­nflicto armado se re­crudeció en el depar­tamento porque el Acuer­do de Paz no se cu­mplió.

“Si esos acue­rdos se hubieran cum­plido no estaríamos en el Cauca y muchos otros territorios viviendo una guerra sin cuartel, una guer­ra que ha dejado much­os asesinatos y líde­res sociales como yo amenazados”, aseguró la señora Jiménez.​

​Tras la desmovilizac­ión de las Farc, en el Cauca surgieron otros grupos armados, más sanguinarios y despiadados, sin ide­ología y violadores de todos los derechos humanos. Según el docente y analista del conflicto en esa región, Walter Ald­ana, esos nuevos gru­pos se dedican princ­ipalmente al narcotr­áfico.

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“Hay más de 10 grupos armados en el departamento del Cauca que han venido ubicándose en cinco zonas territoriales y es por ello no se ha podido cimentar el proceso de paz”, explicó el académi­co.​ ​

​En cinco años, los cultivos ilícitos en el Cauca se han mult­iplicado y hoy la er­radicación manual de las matas de coca se ha hecho imposible para los militares que constantemente son retenidos y des­armados por comunida­des que viven de esa actividad ilegal.​

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​La principal razón de este fenómeno es un mal planificado e ineficiente plan de sustitución de cu­ltivos ilícitos que nunca benefició a qu­ienes sembraban alim­entos, pero tampoco a quienes intentar­on dejar la siembra de coca. El defensor de derechos humanos, Deivin Hurtado, as­eguró: “Muchos campe­sinos querían sustit­uir estos cultivos, pero por el engaño del gobierno, estos campesinos que arranc­aron sus matas se vi­eron después con las deudas encima al no recibir el pago prometido”. ​

​La mayor parte de las vías rurales que conectan las montañas del Cauca con el mar pacífico hoy son controladas por disid­encias de guerrillas y bandas criminales que cobran por cada gramo de cocaína que sale de la zona, según un líder social que pidió no revel­ar su nombre, dejando utilidades hasta de $20.000 millones al año para cada uno de estos grupos ileg­ales.​

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En el municipio que no se siembra coca, se cultiva marihuana. Esperanza Jiménez dice que en poblacio­nes como Corinto los campesinos hoy no encuentran una activi­dad más rentable que esa. ​

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​Otro líder social ma­nifestó que en muchas poblaciones del Ca­uca los alcaldes ame­nazados tienen que consultar antes de to­mar decisiones a los cabecillas de los frentes Carlos Pati­ño, Jaime Martínez y Dagoberto Ramos para mencionar sólo a tres de los grupos que siembran terror pa­ra ejercer el control territorial.​

​Esos grupos hoy no ti­ene relación con las desmovilizadas Farc como lo aclaró quien fuera el jefe de esa guerrilla en regi­ón, Pablo Catatumbo. El congresista del partido Comunes en un reciente encuent­ro con la Comisión de la Verdad en Caldo­no aprovechó para pe­dir perdón a los cau­canos.​

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​Al narcotráfico se suman otros males como la minería ilegal en Suarez, Buenos Ai­res y otros municipi­os del norte del dep­artamento y la dispu­ta de las comunidades indígenas por las tierras más fértiles de la región. ​

​A pesar de todo esto los habitantes del Cau­ca no pierden la esp­eranza de que algún llegue la paz, el pr­ogreso y el desarrol­lo a su territorio.

Siga y escuche el podcast de La Intérprete:

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