Natalia Restrepo, una joven de 23 años, conoció a su presunto agresor en la Universidad Antonio José Camacho, donde ambos estudiaban la carrera de Diseño Visual.
La pareja mantuvo una relación que se prolongó durante cinco años. En entrevista con Blu Radio, Natalia relató que los primeros tres años fueron agradables, describiendo a su pareja como “respetuoso, amable y cariñoso”.
Sin embargo, con el paso del tiempo, la dinámica cambió. Según ella, él se transformó en “un hombre muy celoso y posesivo”, al punto de prohibirle salir con amigas y “alejarme de mi familia”.
Aunque convivieron por más de tres años, al momento de los hechos, el 14 de octubre de 2024, la relación ya había terminado, y Natalia residía en otro lugar. No obstante, “él todavía seguía escribiéndome, hostigándome, incluso me perseguía”, contó.
Durante el fin de semana previo al brutal ataque, la joven relató que el agresor la siguió y la obligó a ir con él. “Esa persona fue a perseguirme al evento, luego me amenazó con que tenía que irme con él para la casa”, recordó.
El lunes 14 de octubre, alrededor de las 8:00 de la mañana, Natalia se dirigió a la vivienda de su expareja con la intención de recuperar algunas pertenencias que había dejado allí. La víctima aseguró que antes de ingresar verificó que la familia del hombre, incluidos sus padres, se encontrara en la casa.
Una vez dentro, su expareja comenzó a recriminarle por haberse ido y, de manera repentina, cerró con candado la puerta de metal de la habitación. “Yo le dije que por favor abriera la puerta, que me quería ir, que ya estaba muy asustada”, relató.
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Tras intentar gritar y recibir amenazas de ser golpeada, Natalia alzó más la voz, momento en el que el agresor se abalanzó sobre ella. “Él se me lanzó encima, me tiró contra la pared, sacó un cu***llo de su cintura y empezó a apuñ***rme. La primera puñ***da fue en la pierna izquierda”, narró.
Además, recordó: “En total fueron 34 puñ***das en diferentes partes del cuerpo. Yo siento que me morí, porque estuve inconsciente por varios minutos. Cuando volví a abrir los ojos, él estaba frente a mí; tomó una botella de cerveza Poker, la rompió y se cor*ó el cuello”, contó.
El ataque afectó distintas partes de su cuerpo, incluyendo las manos —con las que intentó defenderse—, el pecho, el estómago y las costillas. En un principio, la víctima fue ingresada al hospital como si se tratara de una riña callejera, pero luego de una cirugía se activó el Código Rosa, tras revelar que había sido víctima de un intento de feminicidio.
El sujeto fue acusado por el delito de tentativa de feminicidio, aunque “en ningún momento aceptó los cargos”. Pese a la gravedad del ataque, actualmente se encuentra en “detención domiciliaria”, una medida concedida por el juez, quien determinó que no representaba “ningún peligro”, dado que residía en otro lugar.
“El procesado puede intentar extender el proceso penal hasta lograr un eventual vencimiento de términos, que es una sanción a la administración de justicia cuando los plazos establecidos no se cumplen; sin embargo, si existen maniobras dilatorias o injustificadas, el juez que conozca de la solicitud debe categóricamente rechazarla”, explicó Daniel Solarte, abogado penalista.
Por su parte, Jimmy Erazo, abogado experto en casos de violencia de género, afirmó que “el delito de tentativa de feminicidio contempla penas altas, acordes con la gravedad de la conducta. Estaríamos hablando de sanciones que oscilan entre 250 y 500 meses de prisión”.