En la costa de España la fauna marina está siendo afectada por la “contaminación física” de pequeñas bolas de plástico, conocidas como lágrimas de sirena o pellets, iban en un barco carguero, el cual perdió seis contenedores con 26.3 toneladas de granzas de este material. En Mañanas Blu, con Camila Zuluaga, estuvo el presidente de la Asociación de Químicos e Ingenieros Químicos de Madrid, Íñigo Pérez-Baroja, quien explicó las consecuencias de esta situación.
“Los plásticos pueden ser beneficiosos o perjudiciales según su composición química. En efecto, existen bolitas de plástico que podrían ser perjudiciales, mientras que otras no representan un riesgo real”, afirmó.
Además, la responsabilidad de la contaminación la comparten los pellets con otros contenedores contenían materiales como neumáticos, papel film y sopa de tomate. Baroja reconoció que los plásticos pueden tener aplicaciones beneficiosas, pero su manejo inadecuado, como en el caso de las bolitas de granza de plástico, puede generar contaminación.
“En principio son de PET, que es con lo que se hacen las botellas de refrescos, por ejemplo. Entonces, ese tipo de plástico no sería tóxico”, indicó.
Se reconoció que, aunque las bolitas en sí mismas no serían tóxicas en grandes cantidades, representan una contaminación física con impactos a largo plazo, en especial para las especies de pequeño tamaño.
A lo mejor en la dosis no es tóxica, pero en grandes dosis sí que sería tóxico. De momento, la mayor cantidad que son las bolitas no serían tóxicas, pero es verdad que es una contaminación física y que el impacto, a la larga puede ser malo
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Para dimensionar el impacto del plástico en la fauna, se realizó una comparación entre que un adulto podría ingerir una pequeña cantidad sin consecuencias graves, la fauna marina, especialmente los peces más pequeños, podría sufrir daños, al igual que los niños.
“Nosotros nos podríamos tomar una cucharada y no nos pasaría nada porque tenemos el cuerpo de adulto a un niño podría tener un poquito más de problemas. A un delfín a lo mejor no le pasa nada, pero una sardina sí que se le destruiría. Entonces depende del tamaño del pescado puede tener más, más problemas o menos problemas”, dijo.
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Finalizó resaltando la importancia de considerar el impacto en la cadena alimentaria y se plantó la incertidumbre en torno a los efectos a largo plazo de consumir peces que hayan ingerido microplásticos y nanoplásticos.
“No se sabe, ya que actualmente no existe evidencia científica, ¿qué sucedería? Cabe destacar que no deberíamos consumirlo ni permitir que esté presente en los peces”, puntualizó.
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