Luz verde a Chevron: ¿oxígeno para Venezuela o política contradictoria de EEUU?
La incongruencia en la política de Estados Unidos, para algunos, está en que por un lado condena y por otro permite el negocio petrolero.
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La decisión de Estados Unidos de permitir que Chevron continúe explotando petróleo en Venezuela ha generado diversas interpretaciones, especialmente dada la política económica de EE. UU. hacia el país sudamericano. Por un lado, Washington sanciona y critica a otras naciones por hacer negocios con Venezuela, mientras que otorga permisos a una empresa estadounidense clave para operar allí.
Para entender esta dinámica, Mañanas Blu con Camila Zuluaga habló con la economista Tamara Herrera, miembro de la junta directiva de la Cámara Venezolano-Americana de Comercio e Industria (Venamcham).
Según Herrera, lo crucial es que esto confirma que es el mantenimiento de "una puerta de diálogo" que tenga un tránsito con una agenda importante, la cual, explicó, no esté circunscrita solamente a Chevron. Esta apertura es vital porque puede "establecerse un camino que permita la mejora de la industria petrolera del país" y por consiguiente de las "condiciones de vida" de la de la propia economía.
Venezuela ha experimentado años de caída económica, con un crecimiento moderado solo en los últimos tres años. Al respecto, recalcó que es fundamental "evitar volver a caer en recesión".
"Es vital el sector petrolero porque Venezuela no ha desarrollado todavía, no ha recuperado cabalmente toda su competitiven áreas no petroleras", subrayó.
Herrera señaló que "ahí hay una vía crucial que oxigena Venezuela". No obstante, reconoció los desafíos: "La coyuntura petrolera internacional no es favorable ni por los precios internacionales del petróleo y porque todavía el tema de sanciones afecta severamente el funcionamiento económico".
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En ese sentido, mencionó que esas sanciones "le imponen muchísima lentitud e inhibición al funcionamiento de la economía", que aún tiene mucho por "recuperar y crecer", según añadió.
Herrera enfatizó que las sanciones económicas, "mientras más afecten a lo medular de la economía, van a afectar a la población".
La aparente incongruencia en la política de Estados Unidos, que por un lado condena y por otro permite el negocio petrolero, puede sorprender a algunos, pero Herrera ofreció una perspectiva más matizada. Sostuvo que "Trump parece tener muy claro un propósito, una meta de deportaciones y eso establece un curso y un oxígeno por un buen tiempo de negociación".
La economista apuntó a la falta de uniformidad en los criterios de quienes manejan las negociaciones con Venezuela, lo que ha llevado a "intermitencia" o, incluso, a cambios de opinión.
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"El hecho de que se abra esta dirección es, a mi juicio personal y digamos en lo que profesionalmente puedo dar fe, un hecho positivo (...) Los criterios de valoración de las relaciones de Trump han sido muy variables con distintos gobiernos en este breve lapso de su segundo término, así que no me dejaría llevar mucho por esa aparente incongruencia", aseveró.
En este momento, "se ve que la prioridad es cambiar deportación por negocio petrolero que pueda caminar", insistió.
Más allá de la política, existe un claro interés de las empresas estadounidenses en Venezuela. Como miembro de Venamcham, Herrera observó que "todas las empresas" que conoce que están activas tienen el mayor interés en mantener su actividad.
Explicó que, si bien ha disminuido la cantidad de empresas norteamericanas a lo largo de los años, justamente, por este entorno de conflicto y de crisis política interna, en general, "no hay en realidad ninguna empresa que no esté luchando por sobrevivir, por mantener empleo y por echar hacia delante".
A pesar de que "Venezuela ya se ha encogido demasiado, el mercado, el tamaño de su mercado se ha encogido", el "potencial y el espacio de crecimiento es muy amplio".