
Profesor que quedó sepultado por terremoto en Birmania bebió su orina para sobrevivir
Tras pasar cinco días sepultado bajo los escombros de un hostal cercano al epicentro del terremoto en Birmania.

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Tras pasar cinco días sepultado bajo los escombros de un hostal cercano al epicentro del terremoto en Birmania, Tin Maung Htwe, un maestro de primaria de 47 años, relató que logró sobrevivir gracias a una medida extrema: beber su propia orina.
El docente se encontraba en Sagaing, a unos diez kilómetros del epicentro del sismo de magnitud 7,7, asistiendo a un curso de formación cuando ocurrió el temblor. Su reacción inmediata fue refugiarse bajo la cama. “Todo el hotel se vino abajo (…) lo único que podía hacer era gritar: ‘¡Sálvenme!’”, recuerda.
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Del edificio en el que se alojaba solo quedan montones de ladrillos y estructuras metálicas retorcidas. Tin Maung Htwe se hallaba en una habitación en la planta baja, justo debajo de donde colapsó el piso superior.
“Sentía como si estuviera en el infierno”, dijo. “Mi cuerpo ardía y lo único que necesitaba era agua”, explica. Ante la falta de líquidos, se vio obligado a hidratarse con su propia orina para mantenerse con vida.
La destrucción en Sagaing ha sido mucho más severa que en Mandalay, la segunda ciudad más grande del país. Se estima que un 80 % de las edificaciones resultaron afectadas, y la mitad de ellas presentan daños graves. Según Titon Mitra, representante del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Birmania, los suministros médicos disponibles son insuficientes.
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Además, la principal vía de acceso a Sagaing está seriamente dañada, dificultando la llegada de ayuda humanitaria. El puente Ava, que conecta la ciudad con Mandalay sobre el río Irawadi, colapsó por completo.
El rescate de Tin Maung Htwe fue inesperado. Varias personas creían que nadie podía haber sobrevivido tanto tiempo bajo los escombros. Sin embargo, un equipo de rescatistas malasios logró encontrarlo con vida. Su hermana, Nan Yone, de 50 años, presenció el momento. “Bailaba, lloraba y me golpeaba el pecho de la emoción”, relata.
Ya en el hospital principal de Sagaing, el maestro logró levantar el pulgar y decirle a su hermana: “Estoy muy bien”. Nan Yone atribuye su supervivencia a su fortaleza de espíritu. “Tiene una voluntad muy fuerte, por eso logró resistir”, afirma mientras su hermano es atendido en una camilla improvisada fuera del centro médico, ante el temor de réplicas sísmicas.
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“Me alegra estar libre”, dice Tin Maung Htwe. “No morí, así que ahora puedo hacer lo que quiera”. Aunque desea regresar a la docencia, su experiencia cercana a la muerte lo hizo replantearse su camino: “Estoy considerando convertirme en monje budista”.