Una de las principales responsabilidades de un líder es ser íntegro, demostrando en sus acciones los valores que promueve en sus intervenciones diarias frente a su equipo. La influencia de un líder depende en gran medida de la autoridad que los miembros del equipo le reconozcan, y esta autoridad se construye a partir de la coherencia entre lo que dice y lo que hace. Un líder que no es percibido como coherente pierde la capacidad de ser un referente positivo, convirtiéndose en alguien a quien se escucha sin credibilidad. La autenticidad es clave para generar confianza y respeto.
En la sociedad contemporánea, se percibe una crisis de liderazgo. Aunque existen muchas figuras que actúan como jefes, ídolos o figuras paternas, no todas asumen la misión de servir a quienes comparten una visión o propósito común. El liderazgo verdadero va más allá de la posición de poder, radica en el servicio y la solidaridad, en la capacidad de poner el bienestar de otros por encima de los intereses personales. Un buen líder entiende que todas las miradas están puestas en él y que su ejemplo es lo que más fuerza tiene para comunicar la misión y los valores que sostiene.
Un líder efectivo no solo inspira a su equipo, sino que también gestiona las emociones de manera inteligente, transformándolas en respuestas adaptativas a las circunstancias. Sin embargo, los liderazgos basados únicamente en las emociones corren el riesgo de caer en la manipulación, lo cual puede desembocar en fanatismo. Es crucial que un líder se mantenga firme en sus principios y no se deje llevar por el interés de unos pocos.
Lo más trágico para un líder es perder la confianza de su equipo, viéndose sostenido únicamente por aquellos que, debido a intereses personales, lo aplauden aunque duden de sus palabras. Las comunidades y empresas necesitan líderes que encarnen los valores esenciales del trabajo, que se conduzcan con integridad y cuyas metas estén alineadas con el bien colectivo. En resumen, "un líder sin integridad es como un barco sin timón, navega sin rumbo" (John C. Maxwell).
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