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Tras las revelaciones de la revista Semana, quedan varias preguntas y reflexiones sobre el papel del aparato de inteligencia del Estado y sobre la inexplicable lentitud de la rama ejecutiva y judicial para la toma de decisiones.
El caso más reciente de espionaje, seguimientos y “perfilamiento” coincide con la permanencia del general Nicacio Martínez como comandante del Ejército, cuyo mandato comenzó a generar polémica en mayo de 2019, cuando el periodista estadounidense Nicholas Casey reveló en The New York Times los formatos que mostraban que se buscaba regresar a la oscura época de los “falsos positivos”, en la que los resultados militares se medían por bajas en combate.
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Coincidencialmente, uno de los “perfilamientos” más detallados y marcado por inteligencia militar como “Caso Especial Número 1”, de acuerdo con la publicación de Semana, es el de Casey y comienza a producirse justo luego de la publicación de su trabajo periodístico, que resultó muy incómodo para el general Martínez.
Además de Casey, el listado de personas “perfiladas” como si se tratara de criminales llega a 130, entre periodistas, militares activos y retirados, líderes políticos de la oposición y hasta el exsecretario general de la Presidencia, Jorge Mario Eastman, muy cercano al presidente Iván Duque.
De acuerdo con lo revelado por Semana, aquí se pudieron haber cometido varios delitos relacionados con la violación flagrante de la ley de inteligencia, que busca evitar estos excesos y también con el uso indebido de aparatos tácticos y de recursos de los contribuyentes colombianos y de agencias extranjeras, al estar persiguiendo a personas sin ningún tipo de vínculo criminal, en lugar de hacer uso del robusto aparato estatal para perseguir a la delincuencia.
Faltan muchas preguntas por responder: desde el Ejército se está haciendo inteligencia con fines políticos? quién dio las órdenes para que se hicieran los perfilamientos?, a quién le eran entregados los “insumos” y qué pretendían hacer con esos resultados?. El general Nicacio Martínez sabía de estos hechos? Sigue la corrupción con el uso indebido del dinero de gastos reservados?
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Desde hace seis años venimos de escándalo en escándalo en la inteligencia militar, desde la Operación Andrómeda que se montó para espiar los diálogos de paz entre el Gobierno y las Farc en Cuba, por eso llama la atención la pasmosa demora del Estado para descubrir quiénes son los que ordenan este espionaje y cuáles son los vasos comunicantes entre uniformados y civiles.
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Los dos generales, cinco coroneles y cuatro mayores que salieron este fin de semana del Ejército, lo hicieron como resultado de la investigación del penúltimo escándalo de espionaje desde batallones del Ejército a políticos opositores, periodistas y magistrados, que es distinto al revelado este domingo por Semana.
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Con tantos escándalos, a la opinión pública le cuesta creer que se trate de unas pocas “manzanas podridas”, por eso, para evitar que estos casos terminen deslegitimando a una de las instituciones más queridas por los colombianos, se necesita que muy pronto haya resultados de las investigaciones y se conozca la verdad.
Escuche la opinión de Ricardo Ospina en Mañanas BLU:
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