Veedor arremete contra autoridades tras muerte de Jaime Moreno: “No se arregla con videos del bar”
Detrás del dolor por el crimen de Jaime Moreno hay un problema de convivencia que viene escalando y que, ha sido ignorado por las autoridades.
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La muerte de Jaime Esteban Moreno, estudiante de la Universidad de los Andes, ocurrida tras salir de una fiesta de Halloween en Chapinero, volvió a abrir un debate incómodo en Bogotá: ¿cómo se están controlando los bares y la rumba en zonas residenciales? Las preguntas no solo apuntan al homicidio, sino también al contexto que lo rodea, uno que, según los vecinos, venían denunciando desde hace meses.
En Mañanas Blu, el veedor ciudadano Andrés Felipe Olarte dejó claro que, detrás del dolor por el crimen del joven, hay un problema de convivencia que viene escalando y que, según él, ha sido ignorado por las autoridades. “Nos cansamos de gritar y que nadie nos escuche. Este no es un caso aislado”, advirtió.
Antes de que el homicidio se conociera, Olarte ya había interpuesto una tutela contra la Policía de Bogotá, la Alcaldía Local de Chapinero y la Personería, por presunta omisión en la vigilancia del bar Before Club, ubicado en la calle 64. Según el veedor, los vecinos han alertado sobre el expendio de sustancias psicoactivas, ruido excesivo, aglomeraciones y comportamientos contrarios a la convivencia en la zona.
“Lo que pedimos fue sencillo”, explicó Olarte. “Que se cumplieran los operativos de inspección, vigilancia y control que exige la Ley 1801. Pero las autoridades no respondieron y eso nos obligó a la tutela”. La decisión del juzgado fue clara: se vulneró el derecho a la información de la comunidad y se ordenó una inspección al establecimiento.
La inspección, realizada por la Subred Norte de Salud, encontró varias irregularidades: deterioro en pisos y paredes, falta de protocolos de limpieza, ausencia de papeleras de accionamiento no manual en baños y carencia de certificados médicos del personal manipulador. También se detectaron altos niveles de ruido —hasta 70 decibeles— y olores ofensivos en el vecindario.
Aunque no se hallaron alimentos en mal estado, sí se concluyó que el bar no cumple adecuadamente con las normas sanitarias y ambientales. Para Olarte, este informe, sumado al reciente crimen, debería obligar a las autoridades a hacer mucho más. “Los vecinos sienten que están solos. Esta situación no se arregla con operativos puntuales ni con videos de dueños del bar diciendo que no tienen nada que ver”, afirmó.
El veedor insiste en que esto no es un ataque contra un establecimiento en particular, sino un llamado urgente para revisar cómo están funcionando las zonas de rumba en Bogotá. “No se puede normalizar que el espacio público se convierta en extensión de los bares, ni que las autoridades ignoren durante meses las quejas de los ciudadanos”.
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Mientras la Fiscalía avanza en esclarecer el crimen de Moreno —con un capturado y otro joven prófugo—, los reclamos de fondo apuntan a una ciudad donde la vida nocturna avanza sin el control adecuado. “Esto no es solo por un joven asesinado, sino por los cientos que salen cada noche sin saber si volverán sanos a casa”, concluyó Olarte.
La tutela, ahora en curso de verificación, podría convertirse en un precedente para que otras comunidades exijan lo mismo: que se cumpla la ley, que haya vigilancia efectiva y que la ciudad no pague con vidas lo que debería resolverse con gestión, control y prevención.
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