Zipaquirá transforma su corazón histórico: revitalización urbana y turismo
Zipaquirá renueva más de 20.000 m² de su centro histórico con un proyecto que une ciencia, participación ciudadana y turismo sostenible para fortalecer su identidad y economía local.
Zipaquirá, reconocida mundialmente por su Catedral de Sal, ha iniciado un proceso de transformación sin precedentes que busca devolverle el esplendor a su casco urbano. Bajo la estrategia “Zipaquirá desde el corazón”, la administración municipal lidera una intervención integral que abarca más de 20.000 metros cuadrados de fachadas patrimoniales, pero cuyo impacto trasciende lo estético para enfocarse en la apropiación social y el fortalecimiento productivo.
Esta iniciativa no se limita al uso de brochas y andamios. Se trata de un ecosistema de colaboración que incluye diagnósticos socioeconómicos, capacitación técnica para los ciudadanos y un diálogo constante con los actores de la cadena turística. El objetivo es claro: convertir el centro histórico en un producto turístico de talla internacional.
“Esta apuesta de revitalización apunta a la consolidación del centro histórico como producto turístico que nos haga competitivos a nivel nacional, por eso integramos embellecimiento, capacitación, mapas de empatía, diálogo social y aporte de prestadores de servicios turísticos, sin esta base que estamos construyendo sería imposible soñar con un futuro productivo para el turismo en la ciudad”, afirmó el alcalde de Zipaquirá, Fabián Rojas.
Ciencia y democracia aplicadas al patrimonio
Uno de los pilares más innovadores del proyecto fue el rigor científico empleado. Los laboratorios de la Universidad de los Andes realizaron estudios de calas estratigráficas (análisis de las capas de pintura acumuladas por siglos) para determinar los colores originales de las edificaciones.
Centro de Zipaquirá
A partir de estos hallazgos, se crearon dos paletas de colores que no fueron impuestas por decreto, sino sometidas a una jornada electoral ciudadana. Este ejercicio democrático permitió que los zipaquireños eligieran la identidad cromática de su entorno, rompiendo con la tradición histórica donde los colores de las fachadas solían cambiar según el partido político que ostentara el poder local.
Para asegurar la calidad, maestros pintores locales fueron capacitados en técnicas de pintura patrimonial, mientras que la Corporación Tierra SOS se encargó de las intervenciones complejas en altura.
Alianzas de alto nivel por la identidad local
El proyecto es el resultado de un convenio estratégico entre la Alcaldía de Zipaquirá, la Fundación Pintuco y la Corporación Tierra SOS. Además, cuenta con el respaldo de voces autorizadas en la materia como Alberto Escovar Wilson-White, director del Museo del Oro y experto en conservación, y el arquitecto John Octavio Ortiz, especialista en arquitectura resiliente de la Universidad de Harvard.
Para el alcalde Rojas, el proyecto es una herramienta de cohesión: “Como es el lema del proyecto, hemos querido poner el corazón para que la ciudad se revitalice desde su centro, para que nos encontremos como zipaquireños en torno a aquello que nos une y nos identifica; este es un proceso de dinamización económica pero que a la vez tiene profundas raíces de construcción del tejido social, el patrimonio y la identidad zipaquireña”.
Zipaquirá, centro histórico
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Curiosidades: entre el rigor técnico y la tradición oral
El proceso de revitalización ha dejado anécdotas que enriquecen la narrativa cultural de la ciudad:
El "Cliente Secreto": Para elevar los estándares de servicio, expertos incógnitos visitan hoteles y restaurantes, evaluando la experiencia del visitante para retroalimentar al sector comercial y mejorar el producto turístico global.
El dilema del caramelito: Doña Eduvina Pachón de Carrillo, emblemática fabricante del dulce tradicional desde hace 60 años, se unió al proyecto para dictar talleres. Su presencia revivió el debate popular: ¿es el dulce rosado, como dicen las carameleras, o rojo, como canta Jorge Velosa en su famosa canción?
Fin de los "colores políticos": El estudio microscópico reveló que históricamente los edificios públicos cambiaban de color según el gobernante de turno. Hoy, la ciencia y la votación ciudadana han devuelto la neutralidad técnica y el respeto histórico a las paredes de la ciudad.
Con esta intervención, Zipaquirá no solo embellece sus calles, sino que blinda su historia y proyecta su economía hacia un futuro donde el patrimonio es el activo más valioso.