
Tom Friede, de 57 años, recibió su primera mordedura a los cinco años mientras jugaba en el jardín. Desde entonces, su fascinación por los reptiles se transformó en una misión arriesgada pero con fines científicos. A lo largo de su vida, ha sido mordido más de 200 veces y se ha inyectado pequeñas dosis de veneno en más de 650 ocasiones para crear inmunidad en su organismo.
“Siempre arde y siempre duele”, confesó a Science News. Pero su sufrimiento no fue en vano: su sangre ahora contiene anticuerpos únicos que podrían ser la clave para un tratamiento eficaz contra diversos venenos.
Un estudio reciente publicado en la prestigiosa revista Cell reveló que un cóctel compuesto por solo dos de sus anticuerpos, combinado con un fármaco antiinflamatorio, logró proteger completamente a ratones expuestos al veneno de 13 especies de serpientes, y parcialmente a otras seis.
Su historia llamó la atención del inmunólogo Jacob Glanville, quien en 2017 le pidió una muestra de sangre. Friede donó 40 mililitros, los cuales se convirtieron en la base para el desarrollo de un tratamiento experimental por parte de la empresa de biotecnología Centivax.
La vida de Friede no ha estado exenta de riesgos. En una ocasión, una mordedura de una cobra con monóculo lo dejó en coma durante cuatro días, y fue necesario utilizar seis viales de antídoto del zoológico local para salvarle la vida. Desde su última mordedura en 2018, provocada por una cobra de agua, Friede ha dejado atrás las prácticas extremas y colabora directamente con científicos en la investigación.
A pesar de su aparente éxito, los expertos advierten que lo que hizo Friede no debe ser replicado bajo ninguna circunstancia. “El veneno de serpiente es mortal. Lo que hizo Tim fue excepcional, pero extremadamente peligroso”, advirtió Glanville.
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