Cambios físicos a sus 13 años llevaron a Alejandra Maya a tomar drásticas decisiones. Posiciones que a la postre, confiesa, fueron errores de vida.
“Me fui de la casa porque quería como buscar una transformación en mí y empecé a hacerlo, pero no de una manera tan positiva. Entonces conocí lo que fue el centro de Medellín, conocí las sustancias psicoactivas, muchas otras cosas que hicieron que pasara por momentos muy difíciles en mi vida. Dormía en las calles y producto de las drogas entró en el bajo mundo de la prostitución infantil”, relata.
“Uno llega sin saber nada y tiene que optar por medios para subsistir. No es algo de lo que me sienta muy orgullosa, pero tampoco me arrepiento, porque aprendí mucho, aprendí mucho de esa situación”, añade.
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Viviendo en la calle pasaron cinco años. Cuando tenía 18 entendió que estaba para otras cosas; estudiar y trabajar, por ejemplo. Luis Bernardo Vélez, presidente del Concejo de Medellín, vio en ella lo que nadie y le tendió una mano.
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“Esto es también abrir la puerta a que muchos sectores, empresariales, académicos, del estado, les den oportunidad a estas personas. Alejandra fue una persona que quiso salir adelante, que quiso volver a revisar su proyecto de vida”, manifestó.
Mientras esta mujer transgénero piensa en estudiar un secretariado y psicología, la ciudad no olvida a los cerca de 3.000 personas que aún viven en sus calles.