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Pablo Escobar montó y creó un imperio sobre cadáveres, sangre y cocaína, se enfrentó a Colombia y al mundo entero, pero al final fue derrotado como menos pensaba.
Escobar por el camino dejó una senda de dolor y muerte que todavía permanece por las calles colombianas, los fantasmas y los de su victimas siguen esperando y asustando a los inquilinos de los lugares donde él vivió.
Pablo Escobar Gaviria, ‘El Zar de la Cocaína’, mandó a construir su propia prisión en un acto que terminó siendo una vergüenza para el país, conocida en todo el mundo como La Catedral.
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Hoy día, La catedral sigue siendo una de las construcciones más terroríficas de Colombia, pero por causas muy diferentes y tras el fallecimiento del narcotraficante, llegaron los nuevos habitantes: los monjes benedictinos.
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Los monjes Benedictinos son un grupo de hombres cristianos, que buscan en Dios la finalidad específica y exclusiva de su vida.
Poco a poco, este lugar se fue convirtiendo en una cueva repleta de sonidos, apariciones y ruidos extraños que hablaban de todos los habitantes terroríficos que murieron y fueron asesinados allí.
Uno de los residentes, Jesús Montoya, le ratificó a la prensa que no solo era el problema de las sombras lo que aterraban a los que allí vivían, sino que en diferentes ocasiones se siente cómo manos invisibles agarran y jalan a inquilinos y visitantes.
Aún se desconoce si las manos del más allá son las del capo de la droga o las de las personas que allí fueron impunemente asesinadas.
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Un grito de dolor y oscuridad que nos recuerda la terrible maldad que un día gobernó la que fue la casa de uno de los mayores criminales de la historia de Colombia.
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