Padre italiano se convierte en el ángel de la frontera para migrantes venezolanos
Establecido en Colombia, Bortignon no desea volver a Venezuela, lugar que considera muy peligroso, a pesar de haber sido su hogar por más de 10 años.
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El padre Francesco Bortignon, un sacerdote italiano establecido en la frontera colombo-venezolana que ayuda a venezolanos sin recursos en zona fronteriza, se convirtió en el aliado de los migrantes que llegan a Cúcuta en busca de comida y estadía.
El sacerdote llegó a Colombia para ayudar a personas víctimas de desplazamiento, había vivido durante 10 años en Caracas como profesor, sin embargo, el presente del vecino país no se parece al lugar que él dejó, según contó en El Radar.
“En Caracas eran años de alegría, de éxito, de crecimiento; es difícil ver ahorita en la frontera ese inesperado muro de dolor, de tristeza, de sufrimiento de los venezolanos que tienen que salir de su país cabizbajos, entristecidos”, afirmó el padre Francesco.
Desde los años cincuenta, el sacerdote llegó a Venezuela para dedicarse completamente a los migrantes, en aquel entonces, Venezuela “era un paraíso” para él, sin embargo, considera que actualmente “se arruinó la alegría”.
Ahora establecido en Colombia, Bortignon no desea volver a Venezuela, lugar que considera muy peligroso, a pesar de haber sido su hogar por más de 10 años.
Vea aquí: No hay que generalizar sobre desmanes de venezolanos en albergue: Migración Colombia
“He decidido no volver allá, a pesar de que tengo todos los papeles, se ha vuelto muy peligroso, en un día me atracaron dos veces entonces dije que no más”, contó.
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En su llegada a Colombia, el padre Francesco aseguró que no conocía la situación de violencia en el país. Cuando llegó a Cúcuta, recordó que no podía hablar sobre lo que sucedía, “no se hablaba de quién murió”.
Actualmente, el sacerdote dirige el centro de migrantes que cuenta con alojamiento, alimentación, atención médica y orientación para desplazados. Sin embargo, tras la fuerte oleada de venezolanos que llegan buscando nuevas oportunidades a Colombia, el lugar se convirtió en la ayuda especial para los migrantes del país vecino.
“Tenemos un numero máximo de 150 personas en el centro de migración, ellos cuentan con desayuno, almuerzo, cena, orientación, atención médica y atención para madres. En la población estudiantil tenemos 400 o 500 venezolanos puros y mixtos. Después, son 1.250 personas, adultos y niños, a quienes les damos almuerzo en dos comedores en el norte y sur del aeropuerto”, finalizó.
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