
La Biblia no menciona explícitamente quién será el "último papa" ni proporciona detalles concretos sobre el fin del papado. Sin embargo, algunas interpretaciones proféticas han intentado vincular ciertos pasajes bíblicos con el destino de la Iglesia Católica y su liderazgo.
Algunas personas han intentado relacionar el papado con profecías bíblicas sobre el fin de los tiempos, basándose en textos como:
- Mateo 24:24: "Porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos."
- 2 Tesalonicenses 2:3-4: se menciona la llegada del "hombre de pecado" o el "hijo de perdición", quien se exaltará a sí mismo en el templo de Dios. Algunos han interpretado esto como una advertencia sobre corrupción dentro de la Iglesia.
- Apocalipsis 17: se habla de "la gran ramera" sentada sobre muchas aguas, lo que algunas corrientes han vinculado con Roma, aunque esto sigue siendo un tema de debate teológico.
La Profecía de San Malaquías
Fuera del contexto bíblico, una de las teorías más populares es la llamada Profecía de los Papas, atribuida a San Malaquías, un arzobispo irlandés del siglo XII. Según este texto, el último papa sería "Petrus Romanus" (Pedro el Romano), quien gobernaría en tiempos de gran tribulación antes del fin del mundo.

Sin embargo, la autenticidad de esta profecía es ampliamente cuestionada. Muchos historiadores creen que fue un fraude del siglo XVI, creado con el fin de influir en la elección papal de la época. Además, la Iglesia Católica no reconoce oficialmente esta profecía.
Si bien la Biblia no identifica directamente a un "último papa", las interpretaciones sobre el fin de los tiempos han alimentado especulaciones en diferentes tradiciones cristianas. Para algunos, el papado podría desempeñar un papel en los eventos apocalípticos, mientras que otros consideran que estas interpretaciones son meras teorías sin base sólida.
En definitiva, cualquier conexión entre las profecías bíblicas y una figura papal específica sigue siendo materia de interpretación personal o teológica, más que de doctrina bíblica establecida.