Esta semana fue presentado en California el nuevo iPhone X y, con él, su más controvertido avance: reconocimiento facial para desbloquear la pantalla.
Dicho avance no es nuevo en la era tecnológica, el uso de una identificación bajo este modo data desde hace más de 100 años. El reconocimiento facial ha sido utilizado en almacenes, como ayuda en capturas, por compañías de seguridad como el FBI.
En otros lugares como Rusia, es utilizado en la aplicación Vkontakte, con la cual, a partir de la identificación del rostro de una persona se puede dar con el perfil del mismo. El uso de esta aplicación bajo esta modalidad fue fuertemente criticado por haber sido utilizada para identificar a los manifestantes opositores del presidente Putin, lo cual fue calificado como opresión de derechos fundamentales.
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La identificación biométrica puede ser utilizada para capturar un rostro entre una multitud y, a pesar, de la distancia. Uno de los problemas que contraería dicha identificación es la vigilancia de los datos, tal como lo recuerda El Espectador, más aún en un país como Colombia en donde datos privados han sido usado para invadir la privacidad de personalidades e incluso de periodistas.
Clare Garvie, junto a sus colegas de la universidad de Georgetowun, quienes analizaron durante un año el impacto de los problemas tecnológicos, alertan sobre la posible violación de derechos como la libertad de expresión y recomiendan “regular el uso de esta tecnología, por parte de las autoridades como de millones de aplicaciones comerciales que usan esta modalidad”.
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