Bogotá está llena de referencias internacionales y nombres oficiales que pocas personas usan. Parques como Japón, España o República Federal de Alemania pasan inadvertidos para quienes transitan a diario. “En Bogotá la gran mayoría de cosas tienen nombre, pero nosotros no las llamamos por su nombre”, afirma Quintero.
Este fenómeno también se refleja en localidades como Kennedy, cuyo nombre sorprende a visitantes extranjeros. Para el creador de contenido, la familiaridad ha llevado a que los bogotanos repitan lugares sin cuestionar su origen: “Lo sagrado se nos vuelve común”.
Los cuatro cementerios de la calle 26: memoria y diversidad religiosa
Pocos saben que en un tramo relativamente corto de la avenida El Dorado se encuentran cuatro cementerios históricos: el Británico, el Central, el Alemán y el cementerio de los Pobres. El Cementerio Alemán, en particular, tiene un trasfondo ligado a la migración protestante que llegó al país en el siglo XX. “Las personas de fe protestante no tenían un lugar para ser enterradas en Bogotá, por eso se creó el Cementerio Alemán”, explica Quintero.
Este corredor funerario es un ejemplo de la diversidad cultural de la capital y constituye un recorrido patrimonial poco explorado por residentes y turistas.
Bogotá: ciudad de ciudades
Para Santiago Quintero, Bogotá es una “ciudad de ciudades”. En 1953, tras el golpe de opinión del general Gustavo Rojas Pinilla, varios municipios aledaños fueron anexados en una sola noche: Usaquén, Bosa, Usme, Engativá y Fontibón. “Todo ese espacio que había entre esos municipios pasó a ser parte de nuestra ciudad”, señala.
Los cascos urbanos de estos antiguos municipios aún conservan la estética de pueblo: plazas fundacionales, parroquias, calles angostas y una identidad propia. En palabras del entrevistado, “los pueblos originarios de Bogotá no tienen toures 24/7 y deberían tenerlos”, una invitación a fortalecer el turismo local.
El barrio más bogotano y la arquitectura importada
Para Quintero, Engativá representa la esencia bogotana. Barrios como Bosque Popular mantienen un paisaje reconocible en buena parte de la capital. Mientras tanto, sectores como Teusaquillo, La Soledad y La Merced conservan casonas de inspiración europea construidas por las élites de mediados del siglo XX. “Buscaban reproducir modelos arquitectónicos traídos de Europa”, afirma.
La ciudad entre el caos y la belleza
¿Es Bogotá una ciudad bonita? Para el entrevistado, la respuesta es sí, aunque matizada. “No es una pregunta tan fácil para quienes se gastan dos horas yendo a trabajar”, admite. Pero aun así agrega: “No sacar belleza desde el caos es virtud”.
Bogotá ha cambiado. Las imágenes de los años noventa contrastan con una ciudad que hoy busca recuperar su patrimonio y fortalecer su identidad.
Historias de misterio en La Candelaria
El centro histórico también guarda leyendas urbanas. Quintero recuerda el pasaje Michonik, primer conjunto residencial de Bogotá, construido por un migrante judío ucraniano que recibió a familias que huían de Europa. También menciona “La Bruja”, un restaurante donde funcionaron antiguas oficinas del DAS y donde se dice que aún se escuchan voces y lamentos.
Un monumento al placer en Teusaquillo
Uno de los descubrimientos más llamativos es un monumento ubicado en el barrio San Luis. “La placa decía ‘Monumento dedicado al placer en homenaje a los moteles de Bogotá’”, relata Quintero, un hallazgo que mezcla humor, historia y patrimonio urbano no convencional.