Por un lado, cada vez somos más conscientes de lo importante que es la salud mental y, por otro, desafortunadamente no estamos bien preparados para responder a las situaciones que esas enfermedades generan.
Es necesario tener momentos para la familia, para la diversión, para los amigos y para uno mismo. Esos obsesivos de la producción y de usar cada minuto en función del proyecto lucrativo que tienen terminan enfermos, solos y frustrados.
Lo digo pensando en cómo, por estos días, el conflicto entre Israel y Palestina se trata de explicar desde lo religioso. Yo creo que sus causas son más complejas que simplemente la aplicación de los textos sagrados, que siempre exigen una hermenéutica en la que caben las razones de todos.
Estoy seguro de que la única forma de acabar con la guerra es ser compasivo. Si desarrolláramos más esta habilidad humana seguro no pudiéramos ni dañar a otro ni justificar el daño que se le causa.
Es el buen humor el que hace que no nos ahoguemos de situaciones políticas y sociales que caen en el sin sentido, dejan aflorar lo peor de la humanidad y hacen de la injusticia una constante.
De alguna manera ser iglesia es precisamente caminar juntos en un continuo itinerario de renovación, guiados por el Espíritu de Dios, tratando de entender cómo ser luz en nuestra realidad y cómo acompañar a quienes acuden a la iglesia y la conforman.
Mientras sigamos existiendo tendremos problemas, pero ellos no pueden determinar nuestra felicidad. Creo que la felicidad es un estado de bienestar que trasciende la tenencia de plata, se puede ser feliz aunque tengamos problemas.
Esto significa que, para cada interacción negativa, como una discusión, se necesitan al menos cinco interacciones positivas para mantener una relación sana. Una pareja que tiene futuro es aquella en la que predomina el cuidado, la atención, el placer, las caricias y todo aquello que haga el contexto seguro y solidario.
Quien no aprende a reformular algunas de sus maneras de pensar, de interactuar y de valorar la realidad está condenado a no poder ser feliz, porque la vida es cambiante; en estos días de tanta injerencia tecnológica este cambio es más rápido y profundo.
Entiendo que todos buscamos ser felices, alcanzar el triunfo, sentir que hemos alcanzado las metas que nos hemos propuesto, y para ello estamos constantemente esforzándonos en combinar nuestras aptitudes y actitudes de la mejor manera posible. Pero lo que más encontramos a diario son personas que dicen ser infelices, haber fracasado en sus proyectos y no disfrutar lo que hacen.