Llamar asesino a un asesino: Columna de Óscar Montes
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El buen nombre no es algo que pueda recuperarse. Ni la reputación, ni el prestigio. Se trata de valores superiores de todo ser humano. Ninguna medida judicial servirá para recuperar el buen nombre de una persona.
¿Cómo llamar a alguien que perteneció a una organización criminal que durante años masacró, secuestró y extorsionó a miles de colombianos? Decirle criminal o asesino no puede considerarse una ofensa, ni tampoco un delito, pues quien asesina es asesino, quien secuestra es secuestrador y quien extorsiona es extorsionador.
Ni siquiera el hecho de haber abandonado esas prácticas criminales puede prestarse para aspirar a recuperar el buen nombre o la reputación, pues el daño causado a las víctimas es irreparable e irrecuperable. Es por esa razón que no existe la figura del "ex asesino", o la del "ex criminal".
Una decisión judicial o política, como ocurre con los indultos o las amnistías, tampoco podría prestarse para la recuperación del buen nombre y la reputación de una persona que hizo parte de una organización criminal. El buen nombre y la reputación se pierden desde el momento mismo en que dicha persona decide actuar al margen de la Ley, es decir, por fuera de la Ley.
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Actuar por fuera de la Ley tiene un costo legal, social y político. Quien así procede se expone a ser perseguido por el Estado, que hará sentir sobre esa persona todo su peso y castigará todas y cada una de sus actuaciones. Esas son las consecuencias que debe pagar quien decide actuar por fuera de la Ley.
De manera que ni el buen nombre, ni el prestigio, ni la fama se pueden recuperar con argucias legales o con leguleyas. La única forma para que no llamen asesino a un asesino es que nunca lo haya sido. No hay otra.
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