La primera historia ocurrió en la misa campal. Entre las cerca de un millón 300 mil personas, Paula Jaramillo llevó en sus brazos a su hijo Santiago, de 6 años, quien sufrió cuando era bebé síndrome de muerte súbita y aunque sobrevivió, perdió la movilidad en su cuerpo y tuvo graves consecuencias neurológicas. La mujer llegó, según ella, guiada por Dios hasta la sala donde estaba el papa Francisco y al final logró reunirse con él.
La otra historia de fe la protagonizó un pequeño de siete años. Luis Felipe, quien padece leucemia, con la ayuda de su padre saltó la malla cerca de la Macarena y al ver el paso del papamóvil, se lanzó hacia el vehículo. El papa hizo parar el carro, lo bendijo y le regaló un rosario. Ese momento, según Luis Díaz, padre del niño, es una esperanza de vida.
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Luis afirmó que toma el regalo del papa Francisco como una bendición para que su hijo de siete años se cure de la leucemia que padece y cumplir su sueño de ser futbolista.
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