Blu Radio conoció la historia de Luisa Fernanda García Calle, quien tiene 31 años de edad, lleva más de siete años postrada en una cama, desde hace tres años no la ve un médico, el mismo tiempo que lleva sin ver la luz del sol. Ahora, pide que para calmar su dolor le apliquen la eutanasia .
Atrás quedaron los días en los que Luisa Fernanda García Calle practicaba danza árabe o hacía cuadros con diferentes técnicas artísticas. Incluso, atrás quedaron los días en que podía siquiera ver el cielo. Por culpa de una enfermedad que aún no logran diagnosticar correctamente, Luisa Fernanda, a sus 31 años, lleva siete postrada en una cama y tres sin salir siquiera de su casa.
“El año anterior a la pandemia fue la última vez que le pedimos ayuda médica, pienso que está confinada en esa habitación sin ver la luz del sol”, relató su mamá, Marta Soé Calle Correa.
Luisa Fernanda no puede sentarse, mucho menos caminar. Cualquier movimiento que hace provoca en ella un dolor insoportable en la zona de su cadera y, como si no fuera suficiente, si se esfuerza de más, el dolor se extiende por todo su cuerpo asegurando que siente su sangre como si fuera ácido corriendo por sus venas.
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Su familia intentó por muchos medios llevarla a clínicas y que le hicieran exámenes. Su madre explica que le han dado muchos diagnósticos diferentes, y por eso, a hoy, no saben qué tiene Luisa y por qué simplemente no puede ni sentarse.
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Por esa razón es que Luisa Fernanda se siente cansada y empieza a contemplar la eutanasia como su única alternativa: “Simplemente yo no soporto vivir, no por depresión o porque me sienta triste, desesperanzada, sino que los mismos síntomas ni siquiera me permiten soportar la cama. No soporto ni estar sentada, ni acostada, ni parada”, afirma.
Por eso, ambas hacen un llamado para que, si existe algún médico que pueda estudiar su caso y darle calidad de vida, ambas puedan desistir de la idea de la eutanasia.
A pesar de querer vivir, Luisa Fernanda y su familia sienten que sus energías se agotan. Marta, su mamá, está en tratamiento para un cáncer de seno, lo que hace aún más difícil la tarea de ayudarle y limita sus posibilidades.
Lo que sí es cierto es que a pesar del dolor, en el fondo, lo que ambas buscan es un milagro que le permita a Luisa levantarse de su cama y retomar su vida donde se quedó hace siete años.
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