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Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar, la épica batalla del Tour de Francia

No te confíes, le dijo el esloveno Pogacar. Te espero en los Alpes, le respondió el danés Vingegaard. Ambos corredores luchan por quedarse con el primer puesto de la general del Tour de Francia.

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Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar
Foto: AFP

En la cima del Puy de Dôme, un lugar tan pintoresco, el danés Jonas Vingegaard y el esloveno Tadej Pogacar encontraron motivos para alimentar su optimismo de cara a las dos semanas decisivas del Tour de Francia.

Uno y otro dieron versiones diferentes de los 17 segundos que les separan en la general.

El esloveno volvió a mostrarse más fuerte que su rival porsegunda montaña consecutiva, aunque su erupción en el volcán de Auvernia fue controlada y solo consiguió arañar 8 segundos al danés, que viste el mismo maillot amarillo que hace un año lució en París.

El danés acusó el golpe, pero prefirió ver el vaso medio lleno y destacar que la renta cedida fue minúscula y que el terreno era más favorable a su rival, un corredor más explosivo.

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No te confíes, le dijo el esloveno. Te espero en los Alpes, le respondió el danés.

La carretera, o el sendero asfaltado que llevaba hasta la cima mítica que regresaba al recorrido del Tour después de 35 años de ausencia, no fue esta vez la sentencia final a la carrera como otras en el pasado.

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Si el Puy de Dôme ha entrado en la leyenda de la ronda gala es porque de sus últimos cuatro kilómetros, con rampas de porcentajes inhumanos, han salido ganadores y derrotados. La cosecha de 2023 deja una pelea por todo lo alto con dos rivales de excepción dispuestos a mantener el pulso.

"Pogacar me ha recuperado 8 segundos, no es una renta muy importante. Esta subida se adaptaba más a sus características y creo que las próximas etapas me van mejor a mi. Tengo esa suerte. Estoy deseando de que lleguen los Alpes", aseguró un Vingegaard que acaba de amarillo la primera semana, pero que ha visto cómo se acrecienta la amenazante sombra de Pogacar.

GOLPEOS SUCESIVOS

El danés fue quien golpeó primero, en la primera jornada pirenaica con final en Laruns, donde impresionó con un ataque brutal en las rampas del Marie Blanque que se tradujo en 64 segundos con respecto al esloveno.

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Borró así los segundos que su rival había ido atesorando en las bonificaciones de las primeras etapas vascas y pareció dejar la carrera vista para sentencia. Pogacar lo atribuyó a su lesión de muñeca que le impidió preparar en buenas condiciones el Tour.

Pero al día siguiente fue el esloveno el que devolvió el impacto, aunque de menor incidencia, victoria y 24 segundos de renta con el danés que, como por arte de magia, insuflaban oxígeno a una carrera amenazada de muerte.

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¡Hay Tour!, gritaron con entusiasmo los aficionados, que se frotaban las manos al ver que entre Vingegaar, ya vestido de amarillo, y Pogacar solo había 25 segundos.

Todas las miradas apuntaron al Puy de Dôme, pero del volcán solo salió una respuesta: el esloveno dará toda la guerra del mundo.

"Ha sido un día positivo. Antes de la ascensión final no ha sido muy duro y me he dicho que tenía que intentar algo, aunque sé que Vingegaard está muy fuerte. Quería recuperar algo de tiempo, tengo que meterle la máxima presión", aseguró Pogacar, dispuesto a desquiciar a su rival.

El director del esloveno, el español Josean Fernández Matxin, dio la clave al asegurar que los 8 segundos que recortó su ciclista tienen un elevado valor psicológico.

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"Pogacar va a más", aseguró el preparador. El esloveno llega al Tour con poco rodaje a causa de su lesión de muñeca, por lo que a medida que avancen las etapas irá ganando en forma física.

Tras la jornada de descanso de este lunes, el veredicto lo dictarán etapas decisivas como la del Grand Colombier el próximo viernes, día de la fiesta nacional francesa, tres durísimas etapas alpinas, una crono en ascensión y la traca final en los Vosgos.

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Mucho asfalto por delante para dirimir una renta de solo 17 segundos.

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