En Brasil se vive una tormenta política sin precedentes tras la condena a 27 años de prisión contra el expresidente Jair Bolsonaro. La decisión del Supremo Tribunal Federal no solo marca un hito en la historia judicial del país, sino que ha encendido un duro pulso diplomático con Estados Unidos, cuyo gobierno cuestionó abiertamente el fallo.
El debate no se limita a lo jurídico. Como lo dijo el exembajador de Brasil en Estados Unidos, Rubén Barbosa, “planear matar a un presidente electo es un hecho inédito y muy grave para la democracia brasileña”. Esa frase refleja el nivel de tensión que rodea el caso, no solo por las pruebas presentadas, sino también por las consecuencias que la condena puede traer en el escenario internacional.
Condena histórica contra Bolsonaro
El Tribunal Supremo de Brasil encontró a Bolsonaro responsable de liderar una conspiración que buscaba desconocer los resultados electorales, declarar un estado de sitio y atentar contra la vida del presidente Luiz Inácio Lula da Silva. Según los documentos judiciales, en los planes estaban incluidos también su vicepresidente y un magistrado, a quienes presuntamente se pensaba atacar con “balas y veneno”.
Cuatro de los seis jueces de la Corte respaldaron la condena, tras un juicio televisado que Barbosa describió como “transparente y con todas las garantías judiciales”. El diplomático recordó que en la Constitución brasileña la tentativa de golpe de Estado también es punible, lo que refuerza la solidez jurídica de la sentencia.
Estados Unidos cuestiona y Brasil reacciona
La reacción más fuerte vino de Washington. El secretario de Estado, Marco Rubio, calificó la decisión como una “persecución política” y advirtió que su país responderá en consecuencia. Barbosa, sin embargo, rechazó esa postura y la catalogó como una “injerencia indebida”.
“Esta es una cuestión interna de Brasil, competencia del Supremo Tribunal. La reacción de Estados Unidos se entiende más como un movimiento ideológico que jurídico”, explicó el exembajador.
El gobierno de Lula también respondió a las críticas, asegurando que defenderá la soberanía nacional y recordando que la Corte es independiente. “No sorprende la posición de Washington, pero sí preocupa que llegue al nivel de amenazar sanciones económicas o incluso militares”, añadió Barbosa.
Una crisis con eco en la región
La tensión actual, según Barbosa, podría convertirse en la mayor crisis diplomática entre ambos países desde los años setenta, cuando hubo choques por los derechos humanos durante la dictadura militar. Sin embargo, cree que esta confrontación “se quedará en el plano político y comercial, sin llegar a romper los lazos estructurales que unen a Brasil y Estados Unidos”.
Aun así, lo que ocurrió con Bolsonaro deja huella. Nunca antes un expresidente había sido condenado de esta manera en Brasil, y nunca un plan de atentar contra un mandatario electo había llegado tan lejos en los tribunales. Como señaló Barbosa, “esta es una cosa única en nuestra historia, porque por primera vez se juzgó y condenó a militares por intentar alterar el orden democrático”.
El caso seguirá en apelación, pero la condena ya cambió el panorama político en Brasil y abrió una grieta diplomática de alcance continental.