Al menos 39 civiles murieron este viernes en un ataque con cohetes contra la estación de la ciudad de Kramatorsk , en el este de Ucrania, una zona de la que miles de civiles están huyendo por miedo a una ofensiva rusa inminente.
Este ataque, en el que también resultaron heridas 100 personas, es uno de los más sangrientos en las seis semanas de guerra y se produce en un momento de indignación internacional frente a las atrocidades que comienzan a descubrirse en Ucrania.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, lo calificó de acto de "maldad sin límites" de parte de Rusia. Pero en Moscú, el ministerio de Defensa negó ser el autor del ataque y denunció una "provocación" de Kiev.
Según Oleksander Kamyshin, responsable de la compañía ferroviaria ucraniana Ukrzaliznytsia, se trató de "un ataque deliberado".
Frente a la estación de Kramatorsk se veían varios automóviles carbonizados y los restos retorcidos de un misil en el que se podía leer, con letras blancas y en ruso, la inscripción "por nuestros niños".
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El lugar quedó sembrado de maletas abandonadas, vidrios rotos, escombros y desolación. El interior de la estación, por la que han sido evacuadas miles de personas desde hace días, estaba cubierto de sangre, a menudo pisoteada y extendida hacia la calle, debido al movimiento de los cuerpos.
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"Estoy buscando a mi marido, estaba aquí pero no logro encontrarlo", decía una mujer sin osar acercarse a los cuerpos de las víctimas, alineados fuera de la estación.
Kramatorsk es la capital del Donbás que aún está bajo control ucraniano. Horas antes del ataque, un reportero de la AFP que acudió a la estación vio a centenares de personas que aguardaban, en fila, para salir de la región en dirección a otras partes más seguras del país.
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